Políticos y ejecutivos volando en "low cost"

Por una vez y sin que sirva de precedente, la crisis económica de turno está afectando a los más pudientes. La prensa económica, de suyo seria y un poco plomo, empieza a convertirse en entretenido cotilleo donde saltan noticias tan jugosas como el corte telefónico al grupo PRISA. Los ejecutivos del otrora imperio de Polanco se quedaron el pasado lunes sin línea en los móviles de empresa.

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Por una vez y sin que sirva de precedente, la crisis económica de turno está afectando a los más pudientes. La prensa económica, de suyo seria y un poco plomo, empieza a convertirse en entretenido cotilleo donde saltan noticias tan jugosas como el corte telefónico al grupo PRISA. Los ejecutivos del otrora imperio de Polanco se quedaron el pasado lunes sin línea en los móviles de empresa. Adeudan a Movistar 300.000 euros más o menos. Y lo malo no es que deban, sino que no pagan. Eso ocurrió el lunes. Como cada día trae su afán, el martes fue la agencia EFE quien cerró el grifo de noticias al grupo VOCENTO. Dicen los dueños de ABC que no hay falta de pago sino que renegocian las condiciones económicas del servicio. O sea, que lo quieren más barato y si no hay rebaja no saldan las últimas facturas. Eso, en román paladino, se llama dejar colgado al proveedor. Ya lo dijo y previó un buen amigo, hace un par de años, tras comentarle que al buenazo de Julio César Vior —excelente poeta, de esos que Granada apenas se merece—, se le había fundido por completo el ordenador y andaba en tratos para comprarse otro nuevo a plazos. “Julio con complicaciones crediticias…, ¡adónde vamos a llegar!”, fue la respuesta del eminente precursor.

A eso estamos llegando, a dejar a los ejecutivos con la palabra en la boca y el bolsillo de la americana sin politonos. Más de uno andará con el síndrome de escisión, ese pánico silente que ataca cuando salimos a la calle desnudos de móvil. Aunque lo más pintoresco de esta cutre actualidad financiera es ver a esos mismos ejecutivos, incluso a políticos de muchos vuelos, volar precisamente en compañías aéreas de bajo coste. Un gozo y un paisaje, oigan. Donde antes se veían turistas de mochila y rastas, abuelos del INSERSO y empleados temporales de hostelería en ruta hacia Mallorca, hoy se contemplan los impecables trajes Armani —de la temporada pasada pero Armani a fin de cuenta—, los Rolex, los maletines de cuero argentino y las gafas de sol con patillas de asta de reno de los egregios mandamases de nuestra amada Iberia.
La semana pasada, sin ir más lejos, no sé qué sarao hubo en Bruselas, subsede del Parlamento Europeo; una convocatoria a la que acudieron en masa los más destacados patres conscripti. Al personal de las low coast les salieron agujetas en las pestañas de tanto parpadear ante la insólita ocupación de sus aeronaves por presidentes autonómicos, diputados, senadores y toda la corte de secretarios, ayudantes, escoltas y un etcétera largo como domingo sin fútbol. Algunos benditos del poder se comportaban como lo que son, personas; otros, como lo que les gustaría ser, tiranuelos con mucho mando y muy poca vergüenza: maneras despectivas hacia la tripulación, ridículas admoniciones del tipo “a ver dónde me colocas la funda del traje para que no se arrugue” y detalles parecidos; otros dejaron constancia de su alta estima por el género femenino intentando ligar desesperadamente con las azafatas; el de allá se quitaba los zapatos como si estuviese en la salita de estar, medida preventiva que recomiendan los médicos para vuelos largos y que ellos se toman al pie de la letra aunque atufen de Parfait cabrales desde la fila 12 a la 29. Lo primero es la salud, y el prójimo que se joda, para eso son representantes del pueblo en la más noble de sus dedicaciones: dar ejemplo de austeridad.
Está visto que los ricos sirven solamente regular para ser pobres. Se montan en un Airbus 320 sin asientos VIP y les florece el pelo de la dehesa. Normal, están en familia. En vez de pasarles el carrito del bar podían haber llevado un botijo a más de cuatro, y tan felices habrían quedado.
Total, que la crisis se está poniendo divertida. No se pierdan los viajes VIP en low coast, son de traca. El penúltimo petardazo de la burbuja en la que ahora, mira por donde, nos toca compartir oxígeno con todos ellos. No es por nada, pero antes, cuando los pobres eran pobres y los ricos, ricos de verdad, se respiraba más a gusto.
© La Opinión de Granada

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