}Queridos compatriotas:
Siento desde mi más temprana edad el indecible orgullo de pertenecer a una gran, antigua y hermosa nación: España. La quiero como uno quiere a los seres amados que nos lo han dado todo. Pero ahora me ha llegado el turno de dárselo todo a mi vez. Mi pensamiento se dirige esta noche a los millones de españoles que me apoyan, tanto a mí como a mi partido.
Me dirijo a ellos, que han escogido romper con las ideas, las costumbres y los comportamientos del pasado. Quiero rehabilitar el trabajo, la autoridad, la moral, el respeto, el mérito. Quiero colocar en el alto lugar que le corresponde a la nación y a la identidad nacional. Quiero devolver a los españoles el orgullo de ser españoles. Quiero acabar con el arrepentimiento, que es una forma de odiarse a uno mismo. Y quiero acabar también con la lucha de memorias que se nutren del odio hacia los demás.
Quiero acabar asimismo con todos los valores culturales que la izquierda ha sembrado desde hace tanto tiempo en el espíritu de nuestro pueblo. Esa izquierda que, denigrando la ley, el Estado y la nación, ha favorecido el crecimiento del individualismo. Esa izquierda que ha incitado a cada cual a no pensar más que en sí mismo y a no sentirse concernido por los problemas del prójimo. Yo creo en la libertad individual, pero quiero compensar el individualismo con el civismo, con una ciudadanía hecha de derechos pero también de deberes. Quiero derechos nuevos, derechos reales y no virtuales. Pero quiero que estos derechos estén equilibrados con deberes.
La ideología que me propongo combatir ha introducido el cinismo en la sociedad y en la política, promoviendo la deriva del capitalismo financiero, el culto del dinero-rey, del beneficio a corto plazo, de la especulación, preparando el terreno para el capitalismo sin escrúpulos y sin ética.
Queridos compatriotas, es con todo esto con lo que vamos a acabar. De tal modo lograremos escribir juntos una nueva página de la historia de nuestra patria. Estoy seguro de que será grande y hermosa, y desde el fondo de mi corazón os digo esta noche:
¡Viva España!~
Así hablaba don Mariano… Pero no, ¡ay! Deslumbrado oyendo palabras tan increíbles en boca de un hombre político, yo había sido víctima de una alucinación. Donde llevado por mis esperanzas, había oído “España”, “identidad nacional”, “orgullo de ser españoles”…, era de Francia de lo que se había hablado en el televisor. No, no era
(NOTA. En mi alucinación se entremezclaron fragmentos del discurso pronunciado por Sarkozy después de su victoria electoral con otros procedentes de su discurso de cierre de campaña en Bercy. Este discurso, que Elmanifiesto.com ha sido el único periódico en reproducir casi íntegro, lo acompañamos ahora del vídeo correspondiente. Puede verlo aquí.)