Están como una chota

Un tribunal británico le acusa de relaciones sexuales con su bicicleta

–¡Que no, Curzio, que no me lo creo! –casi llegué a gritarle en medio de carcajadas al corresponsal de este periódico en Londres–. ¡Que es una inocentada, oye, una tomadura de pelo! ¡Cómo se va a acusar alguien de “tirarse”… a su bicicleta (en fin, de simularlo)! ¿Cuál sería el delito? ¿”Vejamen sexual a objeto inanimado”? ¡¡Ja, ja, ja!! –Que sí, hombre, que sí –insistía muy serio Curzio–. Mira, aquí tienes el artículo en el Daily Telegraph, y este otro en el Daily Mail, que además ni siqui

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Javier Ruiz Portella
 
Temblando, sí, porque más allá de la inmensa carcajada que cualquier persona normalmente constituida suelta ante un esperpento de tal magnitud, el asunto, la verdad, es para echarse a temblar. He aquí los hechos. Hace cosa de un año, un tal Robert Stewart alquiló una habitación en el Aberley House Hostel, en la ciudad de Ayr, al sudoeste de Escocia. Cuando dos camareras entraron al día siguiente en su habitación, se lo encontraron en una curiosa actitud: semi desnudo, simulaba mantener “relaciones sexuales” con una bicicleta. (No se precisa cómo. Lo único que dice Gail Davidson, el fiscal del caso, es que, encerrado en su habitación, el peligroso delincuente “sostenía la bicicleta y movía sus caderas hacia delante y hacia atrás como si simulara sexo”.) Conmocionadas, las camareras fueron corriendo a avisar al director del hotel, el cual no dudó en… ¡llamar a la policía!
 
Ahora Robert Stewart acaba de ser acusado de… “alteración del orden público”, y en espera de que, dentro de un mes, se dicte sentencia, ya lo han inscrito, por sí las moscas, en el registro de “Agresores sexuales”. Sabia y prudente medida que todas las bicicletas y demás víctimas potenciales van sin duda a agradecer.
 
–Oye –le pregunté a nuestro corresponsal–, ¿y todo esto no ha despertado en Gran Bretaña un inmenso clamor? ¿No se ha producido un tremendo escándalo?
 
–Pues no, sólo los artículos que te decía y algún otro igual de inocuo. Como tampoco pasó nada en 1993, cuando un electricista denominado Karl Watkins fue encarcelado por... "practicar sexo con una acera". Lo que oyes.
 
–Están locos, Curzio, qué quieres que te diga. Sólo una sociedad que ha perdido totalmente el rumbo puede ser capaz de tales delirios. Y en el caso de la bicicleta el desquiciamiento afecta, por este orden de importancia, a la opinión pública que no se altera, a los periodistas que se callan, al juez que imputa, al fiscal que acusa, al director que llama a la policía, a las camareras que se escandalizan y, en ultimísimo lugar, a ese buen hombre que no encuentra mejor manera de masturbarse que con el sillín de una bicicleta. En España estaremos todo lo jodidos que se quiera, es cierto; pero al menos una cosa así... ¡es simplemente inimaginable! ¿Y me dices que nadie ha puesto el grito en el cielo?
 
–Nadie, te lo aseguro.
 
Y oyendo la respuesta, me puse a temblar aún más.

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