El capitalismo mató al hombre blanco. Siempre hubo guerras y hubo imperios, territorios ocupados de frente, a paso de marcha, pero eso era distinto. Había ciertas normas superiores, dioses, una multitud de hijos, heroísmo y comprensión de la naturaleza de las cosas. Pero luego ya no. Todo comenzó a tornarse abstracto, monetario, la esclavitud invisible de los trusts, de los consorcios y de la moneda.
Nos unimos o nos desunimos porque compartimos o no los mismos valores, la misma forma de ver el mundo. Por eso cuando un movimiento político levanta valores, debe necesariamente defender principios espirituales. Eso no quiere decir que establezca una religión. Sin embargo llegado el caso puede contradecirse con lo que las instituciones religiosas establezcan.
El discurso que tiene la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no impide que en Argentina las rentas financieras no paguen impuestos, o que las compañías mineras saqueen impunemente las riquezas naturales del país sin aportar más que cianuro a los acuíferos, controlando territorio y las nacientes de los ríos, ocupando espacios inmensos.