Aquellas chicas de ‘As’

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Desde su aparición en 1967, el diario deportivo As mantuvo hasta hace un par de años, de manera ininterrumpida, la tradición de la chica de la contraportada. La primera fue Concha Velasco, que nada tenía que ver con el mundo del deporte, pero sí –como “chica yeyé”– con el desencorsetamiento moral que se iba produciendo en los tiempos del tardofranquismo.

Con esta “chica de contraportada”, la intención primigenia del diario consistía en apoyar la incorporación de la mujer al mundo del deporte y, en general, discutir los clichés entonces existentes sobre el papel de la mujer dentro de la sociedad. Sin embargo, los años pasaron, Franco murió, llegó la Transición y con ella el “destape” y en algún momento –me faltan datos más concretos– la “chica de As” pasó del campo de lo deportivo al ámbito más festivo de lo francamente erótico. Comprendamos el contexto: era la época de los cines S, de Nadiuska y de las portadas de Interviú. Estando las cosas así, una chica de contraportada más o menos en AS poco podía llamar la atención.

Sin embargo, llegó el siglo XXI y las cosas empezaron a cambiar. Ya allá por 2009, algunos blogs de la época comentaban con extrañeza la pervivencia de la “chica de As”, en contraportada, máxime en una publicación de un grupo “tan progresista” como Prisa, donde estaban la Ser y El País. Ahora bien: eran voces aisladas, y la larga tradición se mantenía sin que hubiera al respecto ningún gran clamor social.

De cualquier modo, estaba claro que los tiempos estaban cambiando. Desde más o menos 2016, una ola de feminismo puritano empezó a barrer el planeta. Por ejemplo, se lanzó una feroz campaña mediática contra las azafatas de las vueltas ciclistas y de los premios de Fórmula 1 y motociclismo, hasta tal punto que poco a poco fueron siendo suprimidas (con gran disgusto de las propias chicas, a menudo universitarias que perdían así una vía para pagarse los estudios). Y también de esta época es el inicio de la campaña feminista contra la emisión en televisión de Pretty woman, tachada de casposo producto machista, supuestamente blanqueadora de la prostitución e incompatible con los nuevos estándares imperantes en materia de dignidad de la mujer.

Sólo era cuestión de tiempo que el foco se parase sobre la tradición de la chica de As. Y, en efecto, así sucedió a principios de 2017, cuando la Secretaría de la Mujer de Comisiones Obreras envió una carta a Alfredo Relaño, director del periódico, invitándole a suprimir la sección. En un principio, Relaño contestó de manera contundente en defensa de la chica de contraportada, argumentando que formaba parte del culto al cuerpo inherente a la práctica deportiva. Sin embargo, poco después hubo de recular e incluso de entonar un compungido mea culpa, supongo que tras instrucciones tajantes provenientes de la cúpula del Grupo: alea iacta est, la chica de As estaba sentenciada. Y efectivamente así ocurrió.

Después, y durante un tiempo, As, que añoraba la tradición suprimida manu militari, estuvo publicando pudibundas fotos de deportistas femeninas en activo: en chándal o de calle, no fuera a ser que se acusara de criptomachismo impenitente y pertinaz. Finalmente, bien por lo sosa que había quedado la foto femenina de contraportada, bien por la decisión de acabar definitivamente con el tema, se descartó del todo la foto femenina y fue sustituida por imágenes de deportes minoritarios, o bien por instantáneas llamativas y curiosas tomadas en partidos o torneos, de las que todos los días llegan bastantes a cualquier redacción.

Y, aparentemente, aquí se acaba la historia. Ya no hay chica de contraportada en As. El mundo es así (¿lo es?), mejor, menos machista, más igualitario. El feminismo ha ganado una batalla más –habrá que buscarse otras. Bien es cierto que la chica de As pervive tranquilamente en As.com: al parecer, no importa que en Internet se sigan publicando esas fotos tan obsoletas y denigrantes. Lo importante, la victoria simbólica, era echar a la chica de As de la contraportada de papel. Con el océano de pornografía y fotos erotizadas –carne de clickbait– que inunda Internet, las fotos de chicas en el As digital son algo que, en el plano simbólico-semiótico-iconológico, resulta irrelevante.

Como digo, la historia se acaba aparentemente aquí; porque, en realidad, no lo hace en absoluto en el campo filosófico de los significados. Y es que, como lector empedernido de prensa deportiva en las cafeterías de la Cartagena más castiza –la del barrio de la Estación–, cuando leía el As empezando siempre por los contenidos de contraportada (porque así lo hago con todos los periódicos que leo, de atrás hacia adelante, pero también, desde luego, por la sugerente foto de esa página), siempre me llamó la atención un hecho nada baladí. Las fotos eran, desde luego, de claro contenido erótico (aunque, que yo sepa, no ha existido en ninguna ocasión una imagen de top less tal cual, al estilo de la chica de tercera en el tabloide inglés The Sun); pero los textos del pie de foto nunca eran lúbricos o vulgares, y ni siquiera jugaban con picantes dobles sentidos de las palabras, lo cual habría sido facilísimo para un periodista avezado y proclive a la sicalipsis berlanguiana. Muy al contrario: el texto era siempre escrupulosamente respetuoso, no entrando nunca en el fácil juego –ése sí zafio y machista– de la conversación masculina de barra de bar sobre el culo o las tetas de la chavala que acaba de pasar por la acera. Nunca hubo ni sombra de esto en los textos de pie de foto. Ninguna invitación procaz al pensamiento lascivo. Ningún chiste, ninguna alusión velada. Textos pulcros y educados. Un ejercicio de contención que contrastaba llamativamente con unas fotos de mujeres hermosísimas, en las que la intención erótica saltaba a la vista.

¿Cómo interpretar este hecho, qué significado darle? Mi teoría: que, contra las apariencias, la foto de la chica de As, a su modo, constituía una defensa de la dignidad de la mujer, como diciendo: “La belleza del cuerpo femenino es algo glorioso, y no hay nada de malo en celebrarla… siempre que sea con una mirada limpia y respetuosa. Admiremos estos cuerpos, pero no caigamos en la mirada ni en el comentario cochino, aunque lo disimulemos bajo el velo de la habilidad verbal. No es que no podamos mirar y admirar la belleza del cuerpo femenino, también del cuerpo femenino semidesnudo. Podemos hacerlo, bien en la contraportada de As, bien en la chavala que pasa por la acera. Pero es que, como todos sabemos, hay muchas maneras de mirar”.

Ya no hay chica de contraportada en As. El mundo es ahora un poco más justo, menos machista, más igualitario (¿lo es?). Yo creo más bien lo contrario: el puritanismo feminista que dentro de poco conducirá a que, de iure o de facto, ninguna televisión se atreva a emitir otra vez Pretty woman, y ninguna plataforma en streaming a tenerla en su catálogo, nos lleva a una sociedad cada vez más irrespirable. Y en la que, tal vez, oh paradoja, cobre cada vez más virulencia una violencia soterrada contra la mujer.

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