El manifiesto de los intelectuales y artistas "de izquierdas" (lo que siga siendo eso), contra el fraude a la democracia y la burla a la legalidad que se prepara en Cataluña, me parece muy bien. Llega un poco tarde, pero ya sabemos que la puntualidad no es una virtud española.
Es el manifiesto (a tiempo, tarde pero a tiempo) de los que llevan décadas diciendo que denunciar los abusos del nacionalismo es contraproducente, pues tiene como efecto indeseado echar leña al fuego y nutrir las filas del radicalismo secesionista; y que es mucho mejor transigir, apelar a la "libertad de expresión", el "respeto" (res-pe-to) a las convicciones del otro, la "normalidad (nor-ma-li-dad) de la convivencia en una sociedad plural por un lado y singular (diferencial) por otro. Lo es, no cabe duda: es el manifiesto de los que siempre han estado a buenas con el poder, en Madrid y en Barcelona, con CiU y con JxS, con el PSOE y el PP, con Carmena y Montilla, con Mas y con menos, con Trías, Urkullo y Colau y con quien fuere necesario. Ah... La cultura y la intelectualidad son así, todos los quieren, todos los aman, todos los admiran, por la derecha y por la izquierda y por el medio volante; y ellos (así funciona el asunto) tienen y han tenido siempre la amabilidad, también el sentido común y la prudencia, de dejarse querer. Siempre. Lo cual, ya lo dije antes, me parece muy bien.
Es el manifiesto de los que (siempre) se han mostrado hipercríticos con Franco, el franquismo y el Toro de la Vega. También con los políticos corruptos (con unos más que con otros, para qué vamos a engañarnos); y con los abusos de la banca, no lo olvidemos: ser muy, muy, pero muy crítico con los abusos de la banca no cuesta nada y queda uno estupendamente en esta puñetera sociedad en la que vivimos. Y además, te metes con la banca y los abusos de la banca y enseguida te ponen la medalla de "intelectual comprometido". El no va más. Como decía el otro: cojonudo.
Con lo demás del desmadre han sido (siempre) muy poco críticos, aunque ese "demás" sea grande, inmenso como oceánico es el poder con el que (siempre) se han llevado bien y tan rebién. Claro que lo demás no era urgente hasta hoy. Para lo importante no solían estar ni se les esperaba. Pero lo urgente es otra cosa. Hoy sí es urgente desmarcarse. Por desgracia para ellos, es urgente. Hoy. Entre la locura hacia ninguna parte del poder autonómico y la estabilidad del poder-poder del Estado, hombre, por Dios: no hay color.
Hoy tocaba retratarse y hoy, en efecto, se han retratado.
Hala, a seguir bien (como siempre), hombres y mujeres de la intelectualidad y el mundo del arte y la cultura. Que no quiero parecer pesado, pero insisto porque debo insistir: lo vuestro me parece muy bien.