Ésta es una columna humorística. Espero que nadie se enfade, aunque eso sea impropio de españoles, siempre tan dados a poner el grito en el cielo. La escribo sin saña, pero tronchado de risa. Termina el año y más vale que nos tomemos a guasa todo lo que en él ha sucedido, porque si no…. ¡Virgencita, virgencita, que no nos quedemos como estamos!
Decía Felipe González, allá por los tiempos en los que manejaba el rodillo parlamentario como si fuera la minipimer de los chistes de suegras y en los que Chiqui Benegas lo llamaba Dios, que era imposible haberlo hecho todo mal. Aludía a las constantes quejas, críticas y varapalos que le llegaban desde muchas partes. La verdad es que tenía razón, porque a la luz de lo que ahora pasa es evidente que algunas cosas hizo bien, pero ya ha dejado de tenerla, pues al gobierno que ahora padecemos todo le sale mal y sus medidas suelen generar lo contrario de lo que persiguen. Lo dicho: el tiro por la culata. Se trata de un gobierno gafe, y eso tiene mala cura.
Pondré sólo unos cuantos ejemplos. No muchos, porque si los pusiera todos llenaría este periódico por muy digital y, por ello, ilimitado que sea.
El primer ejemplo es el del confinamiento. Lo decretan urbi et orbi, lo aplican manu militari y luego, a pitón más que pasado, cuando ya, por fin, nos dejan salir de casa, el Constitucional, o el Supremo,
Decretan el confinamiento urbi et orbi, lo aplican manu militari y, luego, el Constitucional lo declara ilegal
o qué sé yo, porque esas cominerías judiciales se me olvidan, esas altas instancias que están empezando a dejar de serlo, lo declara ilegal. Pasmoso, y más aún lo es que quienes hicieron de tal capa un sayo de abuso y despotismo se vayan de rositas.
Segundo tiro en el pie: las elecciones autonómicas de los Madriles, en las que las balas postales y demás lindezas de estrategia podemita y leninista auparon a la peana del santoral de la derecha a Isabel Díaz Ayuso y la colocaron en la rampa de lanzamiento del futuro.
Tercer patinazo: el de la tan cacareada ley del «sí es sí hasta que no se demuestre lo contrario». ¡Qué podría yo decir aquí que no se haya dicho mil veces! A las rebajas de condenas y excarcelaciones me remito.
Suma y sigue… Otra ley: la llamada Trans. Llamemos a las cosas por sus nombres. Lo digo, pues resulta bastante curioso y llamativo, a decir poco, que por la brecha de esa ley se autorice algo tan denostado por los propios legisladores, por la moral dominante y por el sentido común como lo es la ablación de las mujeres africanas y debería también serlo la castración, en general, de los varones. Ya sé que ni la una ni la otra son, a tenor de la citada ley, forzosas, sino voluntarias, pero la voluntad de un niño o de un adolescente es tan frágil, dubitativa, resbaladiza y sujeta a mudanza como los copos de nieve, el color de las hojas en otoño o las promesas de Sánchez.
Quinto golazo en propia puerta: la derogación del delito de sedición, lo que equivale, en la práctica, a indultar a Franco retroactivamente y a quienes intervinieron en el sismo del 18 de julio del 36.
La derogación del delito de sedición equivale, en la práctica, a indultar a Franco retroactivamente
Dirán que aquello, desde el punto de vista de la infame Ley de Memoria Democrática (antes Histórica), no fue sedición, sino rebelión, pero… Veamos cómo define el diccionario la primera: «Levantamiento de un grupo de personas contra un gobierno con la intención de derrocarlo». Sinónimos: sublevación, rebelión, alzamiento et alii.
Más claro…
Cantar el Cara al sol ya no es delito.
Cinco a cero, y Bolaños de portero.
© La Gaceta de la Iberosfera
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