A vueltas con estas pobres crías

Las góticas hijas de Zapatero

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Hace un par de años, en un curso de 4º de la ESO, tuve una alumna “gótica”: siempre vestida de negro, con los ojos pintados de negro, con cadenas, crucifijos, ropajes extravagantes, cinturones anchos y toda la parafernalia que habitualmente se asocia con esta conocida tribu urbana. Y, contra lo que alguno pudiera sospechar, se trataba de una chica muy correcta y educada, y de las pocas que realmente prestaban atención en clase.

Puede que las góticas hijas de Zapatero, sacadas del anonimato gracias a la foto con el matrimonio Obama aparecida en El Mundo, sean también chicas correctas y educadas; pero también puede que no. En cualquier caso, no me extraña en absoluto que las hijas de nuestro inefable presidente le hayan salido de este modo. Es cierto que, actualmente, en una sociedad anómica, sin verdaderas señas que conformen una identidad colectiva, existen unas probabilidades cada vez más altas de que los hijos adolescentes, en busca de esa identidad definida que nuestra sociedad no les ofrece, se apunten a un tipo u otro de tribu urbana; pero esas probabilidades son incluso mayores en los ambientes progres -como el de la familia de Zapatero-, que tienden a educar a sus hijos en el más absoluto relativismo, sin modelos fuertes y sugestivos a los que engancharse. Zapatero es el hombre amorfo por antonomasia: sin ideas bien perfiladas, sin tradición, sin historia, sin valores sólidos (como no sean los inevitables tópicos de la izquierda). Al principio de su primer mandato, Newsweek lo denominó como “político zen”: fluido, escurridizo y adaptable como el agua, pero también desprovisto de una forma determinada. En consonancia con esta filosofía, ¿qué tipo de educación les habrá dado Zapatero a sus hijas? Es fácil de deducir, aún más viendo los resultados: ninguna visión del mundo en concreto, ningún valor absoluto y sagrado; tampoco ningunas narraciones de cuño tradicional, dado el peligro de que, a través de ellas, las niñas se vieran contaminadas por valores o símbolos de tipo conservador. Zapatero me parece el típico progre de manual que les cuenta a sus hijos versiones políticamente correctas -versión Bibiana Aído- de los cuentos de Caperucita, Blancanieves o Cenicienta; o, aún mejor, que ya no les cuenta tales historias, sino que pretende que, con siete años, sus hijas se traguen los bodrios infumables, pretendidamente educativos en valores progresistas, igualitarios y solidarios, del Barco de Vapor y otras colecciones del mismo jaez. Pero los niños, en cuanto pueden, se independizan de tanta blandenguería insulsa y se apuntan a lo gótico, a lo heavy, a la tribu de los skaters, al graffitismo, al hip-hop o cualquier otro grupúsculo urbano que al menos tenga un poco de sustancia, aunque sea de ínfima calidad.

Por otra parte, y volviendo a la foto en sí misma, hay otra observación imposible de pasar por alto: para una foto oficial con el presidente de los Estados Unidos, unos padres con dos dedos de frente les habrían ordenado a sus hijas que se vistieran de una manera normal. Sólo a un bobo como Zapatero, al que hasta mucha gente del PSOE reconoce en privado que “le falta un hervor”, se le ocurre que, para tal ocasión, y con vistas a una foto -o posible foto- que probablemente va a dar la vuelta al mundo, sus hijas salgan vestidas de retoños de la familia Adams. Si alguna prueba nos faltaba -que no nos faltaba- de lo hueca que está la cabeza de nuestro presidente y de su absoluta falta de criterio y sentido común, ahí la tenemos, para eterna rechifla de conservadores, insumisos Anti-Zapatero e internautas con mala leche.

En realidad, las hijas de nuestro presidente del Gobierno tienen mucha suerte: cada noche, en la intimidad del hogar, su padre les da una lección magistral de Educación para la Ciudadanía. Pero estas chicas tienen que estar tan hartas de la sosería de su padre -un auténtico tostón como ideólogo, oscilante entre lo cursi y lo plasta-, que, en cuanto han podido, se han pirado del vacío discurso progre y se han enfundado, como uniforme de diario y billete de ida hacia una vida más intensa, el traje de brujas. Lo sabíamos de hace tiempo: el vacío metafísico de la burguesía progre produce en sus hijos una morbosa atracción por el lado oscuro de la realidad. Y ahora, para que no lo olvidemos, Zapatero, con esta impagable foto, nos ha ofrecido una insuperable confirmación práctica.

Aviso para navegantes: una educación sin mitos, sin modelos, sin arquetipos, sin tradiciones, sin películas de Frank Capra ni John Ford y, en definitiva, sin forma alguna, sin grandeza y sin emoción, tiende a provocar que los adolescentes, en busca de algo parecido a una identidad, se refugien donde puedan. Y si no queremos hacernos reos nosotros también de este mismo delito, ya sabemos lo que tenemos que hacer.

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