A ver si nos enteramos de una santa vez

El objetivo de la ETA no es ni el poder ni la independencia

Compartir en:

 

 

No acabo de entender por qué la pasada semana se organizó tanta polémica sobre las declaraciones de Alfonso Sastre, portavoz más o menos oficial de la cuadra abertzale. Dijo lo que pensaba y lo que pensamos todos: si no hay negociación con los terroristas, sufriremos mucho. Ellos y nosotros. Lo de “ellos y nosotros” no es frase de posicionamiento mía, sino suya. En concreto escribió: “¡Pobres de nosotros, pero también de ustedes!” (“Gara” - 21/06/09). Como las vías de pacificación parecen más que cortadas en esa senda, el diagnóstico, como dice mi peluquero estilista cuando me arregla las cejas, no es bueno.

 

En un artículo largo, ciertamente farragoso, en el que cita a Molière y Thomas De Quincey –la intelectualidad, ya se sabe– y en el que pone como ejemplo de ilustres prosistas/oradores a (sic) “grandes dirigentes” como Hugo Chávez y Fidel Castro –la edad, ya se sabe–, Alfonso Sastre no se aleja un punto ni una coma del programa político que defendió en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo, con toda la legalidad de su parte y, por si había dudas, con declaración unánime del Tribunal Constitucional sobre lo legítimo de su candidatura.
¿Dónde está el problema? Un señor de sobra conocido expone tesis más que sabidas en un periódico que –vox populi–, defiende el proyecto del independentismo montaraz, el que se entrena quemando contenedores, se gradúa incendiando autobuses y alcanza el doctorado con el asesinato a traición o la cobarde bomba lapa. Nada nuevo bajo el sol. Conferir naturaleza política, o peor aún, convertir en asunto de debate ideológico los contenidos de esa nota escrita a conveniencia coyuntural de los señores de la capucha, no nos hace avanzar en la derrota definitiva del terrorismo augurada por Patxi López. Al contrario, se retrocede. Cada vez que un representante parlamentario, un dirigente de cualquier partido o asociación se refiere al “conflicto vasco” en términos que lo equiparen a controversia política, está situándose donde ellos quieren, en el terreno del debate de las ideas. Porque aquí no hay nada que debatir, ni con Sastre ni con Otegui ni con la momia rediviva de Sabino Arana. Esto es un pulso entre el Estado y una banda de criminales, los cuales, como la mafia siciliana y la Ndrangheta calabresa, han conseguido vincular a sus intereses a una buena parte de la sociedad vasca, generando el fenómeno que el historiador italiano Giuseppe Carlo Marino, especialista en la materia, denomina con mucho acierto “mafiosidad”, es decir, la identificación de fines y métodos entre bandoleros, gatopardos y vecinos de misa los domingos y comunión por Pascua Florida.
En el funeral de Eduardo Puelle, proclamaba el presidente del gobierno vasco que los terroristas nunca van a conseguir sus objetivos, que su único camino de salida a esta situación es el que conduce a presido. Tiene mucha razón Patxi López. Lo malo es que ellos también saben que nunca conseguirán lo que dicen desear. Cómo no lo van a saber: es su forma de vida, la única manera que tienen de perpetuarse como organización y de mantener su negocio de extorsiones, tráfico de armas, control del mercado de consumibles ilegales –ustedes ya me entienden–, y etcétera. El terrorismo vasco nunca logrará su propósito porque no lo tiene, o mejor dicho: el único que tiene es prolongarse en el tiempo hasta que las ranas críen cola; y a seguir viviendo del crimen organizado, que es su empresa. Como la mafia siciliana, como la Ndrangheta calabresa, el objetivo de esta gente no es el poder.
¿Qué harían con él? ¿Someter a toda la ciudadanía a la ley sangrienta del abertzalismo? Tampoco la independencia es un fin al que aspiren con sincera intención. ¿Para qué? ¿Para ser tiranuelos en Cantabria del Sur cuando pueden vivir del matonismo a costa de países como Francia y España? Lo que esta gente quiere es tiempo y tiempo, todo el tiempo del mundo dando vueltas al rustidor, dorándose la vida bajo el lema embustero de “patria y libertad” mientras se queman los demás, tanto metafórica como fácticamente. Es su modus vivendi, y en el trabajo hay que ser serio, aplicado y, sobre todo, tenaz. Para mantener esa ficción política necesitan la cobertura de algún que otro Sastre, invitados que de vez en cuando aviven el simulacro de un debate ideológico sobre “El asesinato considerado como una de las bellas artes”, ya puestos a citar a De Quincey. O en versión abertzale: “El asesinato considerado como forma decorosa de ganarse la vida”.
¿Debatir con ellos? Sí, en los tribunales. Lo dijo hace muchos años el argentino Aníbal Ponce, por más que se refiriera a un movimiento muerto hace sesenta y cinco años y cuya invocación se ha convertido en una utilísima momia: “Al fascismo –dijo– no se le discute, se le combate”. Al crimen organizado idem de lo mismo. Si quieren discutir, que monten un cine forum en el penal del Puerto.
 
© La Opinión de Granada
 

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar