"Toos iguales": niños y niñas, hombres y mujeres
"Toos iguales": niños y niñas, hombres y mujeres
Los hay (si esto les tranquiliza y pone contentos…) que creen que los tiempos cambian para bien, avanzando en la recta senda del progreso y el saber. Otros, en cambio, consideramos que, por lo que a los valores culturales o espirituales se refiere, lo que conocemos es todo lo contrario de un progreso.
¡Tontos del mundo, os voy a crujir vivos!
Sí, no cabe duda, ante la estupidez que mana a raudales en nuestra sociedad, hay que educar, explicar, dialogar… En fin, se impone toda una larga y paciente acción. Es indudable. Pero a veces uno no puede dejar de preguntarse si la reacción de alguien como "El tío la vara", dejándose de gaitas y contemplaciones, no contiene algo eminentemente sano… Pasen y vean.
Como Gran Hermano, la SGAE vigila por doquier
Se trata de un hecho cierto que les ocurrió a dos chicas perfectamente identificadas un fin de semana en una céntrica calle de Sevilla. Ellas mismas lo han contado con todo detalle. Es el caso que ambas muchachas habían quedado citadas con unos amigos en un bar de copas, al otro extremo de la ciudad. Se trasladaban a dicho lugar en el automóvil de una de ellas, e iban escuchando un CD –legal– de Ana Belén. Como hacía buen tiempo llevaban las ventanillas del coche bajadas
Universidades "okupadas" por iracundos niños mimados
Inconsolable huérfana de sujeto revolucionario por culpa de unos obreros adictos a las incuestionables delicias de la tarjeta Visa, la izquierda decidió politizar el acné transformando lo que siempre había sido un mero tránsito biológico en estelar categoría social. Así fue como, de la noche a la mañana, la juventud se convirtió en sagrado e intocable objeto de culto de la progresía, elevada a modelo de vida secular, alfa y omega de no se sabe qué plenitud ontológica.
Un extraordinario film sobre inmigración e integración
Posiblemente esta lectura de la película, su argumento y conclusiones no sea del agrado de los "solidarios" a todo trance y a cualquier precio. Pero las causas están para servirlas y las ideas para defenderlas, tan gallardamente como Robinson Crusoe defendió los principios morales de la civilización en la tierra bárbara de su naufragio.