Don Ramón contra el Partido Único

España, en su versión más elemental, más instintiva y más entrañable aún no ha sido completamente liquidada por el régimen del 78.

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La principal virtud de Vox es su simple existencia. Sin Vox, España sería una dictadura woke tan monolítica como el Canadá del déspota Trudeau. Es cierto que nos sobran motivos para no votar a los candidatos de Abascal: su servil atlantismo anglófilo, su lamentable culto del sátrapa Zelenski y su complicidad con la clerigalla belicista polaca bastan para que nos abstengamos de acudir un domingo a perder el tiempo en una deprimente cola de buenos demócratas.

Pese a todo, pese a ese tufo insoportable a partido liberal-conservador en la línea del peor Aznar, Vox rompe tabúes

Pese a todo, pese a ese tufo insoportable a partido liberal-conservador en la línea del peor Aznar imaginable, Vox rompe tabúes, causa escándalo, enseña al español medio que lo que él siempre ha pensado también está en el caletre de tres millones de compatriotas; que España, en su versión más elemental, más instintiva y más entrañable aún no ha sido completamente liquidada por el régimen del 78. No es por Vox, sino por el rechazo que produce entre las beatas de la insoportable biempensancia, por lo que merece la pena votar a estos pacatos conservadores a los que la locura progresista de nuestro tiempo ha convertido en peligrosos reaccionarios. Vox fastidia a los infinitos mojigatos del establishment. Y eso es un activo electoral. Sin duda.

La idea de presentar a don Ramón Tamames como candidato en la moción de censura no parece propia de ellos: es brillante, imaginativa y digna de celebrarse, porque tendremos el privilegio de oír por última vez en la mancebía de San Jerónimo el discurso de un hombre culto, de un caballero muy leído e inteligente, de un humanista. Dada la patulea de holgazanes sin estudios, iletrados juntaletras, leguleyos soporíferos, tecnócratas sin prosodia y buscones de provincias que cobran su buena soldada del sudor de los contribuyentes, bueno será escuchar cómo un sabio les predica la virtud cívica en esa sentina, en ese garito de perdularios. Alonso Quijano frente a los galeotes. Ya sabemos cómo va a acabar la historia. Pese a todo, merecerá la pena. No es política: es estética, cosa radicalmente distinta.

No todo el historial de don Ramón es irreprochable. No es su paso por el comunismo lo que se le debe echar en cara, sino su complicidad en la instauración del régimen del 78, ese al que atacan sus beneficiarios (izquierda y separatistas) y al que protege sin sentido su principal damnificado (Vox). Don Ramón y Abascal defenderán aquello que nos ha traído hasta nuestra triste situación actual. Y todas las facciones del Partido Único que domina las Cortes, desde los tecnócratas de la socialdemocracia (PP) hasta los radicales de mentirijillas de Podemos, pasando por la facción favorita de la oligarquía, la Pesoe, votarán en contra y se sentirán muy satisfechos con la situación: para eso cobran de ella.

Los suicidios son un acto voluntario. Y España, como Europa, está empeñada en matarse

No hay que olvidar que los suicidios son un acto voluntario. Y España, como Europa, está empeñada en matarse.

Algún día Vox tendrá que ponerse a pensar: no se puede estar en contra de las taifas y a favor de la Constitución. No se puede rechazar el globalismo y apoyar a la OTAN. No se puede defender un Estado fuerte y dar vivas al Borbón. No se puede ser liberal-conservador y oponerse a todo lo que esa ideología trae consigo: la dictadura de las élites, el capitalismo apátrida y la destrucción de las naciones en favor del mercado. Pero, para meditar sobre todo eso, Vox tendrá que decidir si es un mero epígono de los conservadores anglosajones, para lo que le valen todos los thatcherianos de la Iberosfera, o si va a ser un verdadero partido nacional y europeo, como lo es AfD en Alemania o Fidesz en Hungría. Los síntomas son mortales.

Como todo lo que padecemos ya no tiene más remedio que un redentor apocalipsis, bueno será matar el tiempo escuchando a don Ramón ante la recua del hemiciclo. Lo que rebuznen sus adversarios no importa. No se hicieron las margaritas para los cerdos.
 

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