Balas y piedras

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Si la deriva histórica no mejora, dentro de medio siglo se leerá que en un mitin dispararon fuego real contra un líder podemita, cuyos pacíficos seguidores eran a su vez apaleados por la policía y los matones de la extrema derecha.

¿No me cree el suspicaz lector? Verá: en 1933 el sector largocaballerista del PSOE creó los chíbiris, de los que comprensiblemente se habla hoy poquito. Eran juventudes uniformadas del partido que desfilaban marcialmente y recibían instrucción militar. Echen un vistazo a la hemeroteca, si pueden, más que a la insidiosa Wikipedia. Aquellos belicosos muchachos y muchachas eran la vanguardia juvenil para colaborar a la toma del poder por medio de la revolución —es decir, el golpe de Estado— en caso de que la derecha ganase en las urnas. Tal prometió ostentosamente su líder y tal hizo ya en 1934, e igualmente estaba dispuesto hacer en 1936, aunque aquí le ganaron por la mano, pero documentos y declaraciones al respecto existen, y muy claras.

Cuando pocos meses después, en ese mismo 1933, se funda Falange Española, los amables chíbiris y los no tan chíbiris asesinaron a tiros a unos cuantos falangistas, antes de que éstos reaccionaran también con las armas —vuelvo a las hemerotecas— y se cobraran a su vez alguna víctima. Se ve que se habían cansado los falangistas no ya de caer sino también de las burlas que les hacía la prensa incluso de derechas, tal como el ABC, al escribir que FE más que Falange Española debía significar Funeraria Española, dado el ritmo de bajas sin contestación que al principio sufrieron. Pues bien, muchos historiadores actuales ya hablan simplemente de los enfrentamientos a nivel de iguales entre las dos facciones, cosa que en absoluto ocurrió, de entrada no ya por las provocaciones iniciales sino por la enorme desproporción numérica de ambos bandos. Algunos estudiosos, españoles y extranjeros, más apesebrados y políticamente aún más correctos, se refieren ya simplemente al pistolerismo falangista de aquellos tiempos, sin escribir jamás la compensatoria e iniciática expresión de pistolerismo socialista. Estaría bueno, por Dios. Recuérdese además que en aquel 1933 los comunistas eran un partido pequeño y no muy belicoso en la calle, cosa que corría al cargo de los numerosos y bien organizados socialistas y anarquistas.

Por eso me he referido al principio a la hipocresía y a la intención subyacente al querer igualar a una sola y más que dudosa bala enviada a un prócer con los claros y violentísimos ataques a dirigentes y militantes del partido rival. El victimismo del agresor ha sido siempre buque insignia del pensamiento totalitario en acción. Recuérdese a ese tenor el principio de la por ahora última guerra mundial, cuando los alemanes anunciaban en las primeras horas del 1 de septiembre de 1939 que habían tenido que responder a los ataques polacos a varios puestos fronterizos suyos. Pues igual la balita del benévolo líder, que mira tú por dónde está aliado con quienes sí las enviaban en el País Vasco como aviso y las usaban también de la manera más copiosa, cruel y cobarde posible. A lo mejor esos angelitos son los que le han dado la ideíta, oye…

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