No creo que exista organización más criptomafiosa, hipócrita y miserable que esa banda llamada OPEN ARMS. De Barcelona, vaya, hombre, y con el nombre en inglés, para mayor cosmopaletismo. En su página web le cuentan a usted lo buenos que son, lo que sufren y se esfuerzan por los pobrecitos inmigrantes, y lo necesitados que están de dinero, por si usted anónimamente o no quiere donar lo que quiera y pueda. Toda una maravillosa obra de caridad hacia el prójimo —islámico al cien por cien en este caso—, que tiene todo el derecho a buscar nueva vida huyendo de las sociedades que su religión y sistema social ha sumergido en miserias e injusticia sin salida.
Gentes que huyen de lugares y culturas donde delito y pecado es lo mismo
Gentes que huyen de lugares y culturas donde delito y pecado es lo mismo, hacia países que distinguimos una cosa de la otra, tras ciertos esfuercillos históricos... Pero gentes que una vez aquí insisten en recrear la misma sociedad que los expulsó, aunque eso les resulte difícil de razonar, debido al disco duro religioso contra el que se estrellan todos los “pens” laicos y razonables que usted quiera meter en el ordenador. Gentes por lo general provenientes de África, ese continente sin solución. Una vez aquí, recuperados del proceloso mar, quien verdaderamente los va a mantener, a RESCATAR de sus lugares es usted, a ver si se entera. Usted es quien va a pagarle las subvenciones, las medicinas, los teléfonos móviles, los mozallones intencionadamente solos para requerir más atenciones y cuidados… Todo. Usted es quien los ha rescatado, y no se le ocurra ni por asomo exigir un mínimo de respeto a nuestra leyes y costumbres -de religión ni hablamos-, porque usted, que es culto tolerante y solidario, debe respetar su cultura sin exigir nada a cambio, incluso pagando su estancia al completo, como ya digo. La policía y la Cruz Roja que usted paga, los alimentos que usted les proporciona, ropas, alojamiento... Todo lo va a pagar usted. Los de Open Arms se han ocupado fílmicamente de ellos unas bien remuneradas y aplaudidas horas. Usted se va a ocupar de ellos prácticamente ya toda su vida, la de usted y la de ellos. Eso es verdaderamente rescatar. Puede dormir tranquilo porque usted, sin saberlo, hace cotidianamente su buena obra. Ha acogido y rescatado grupos de moros o negros. (El cromatismo no es ningún insulto. Moro viene del latín maurus, oscuro. Y el lenguaje debe expresar lo máximo con lo mínimo; es su norma áurea. Déjese de subsaharianos, que también lo son los blancos de Johannesburgo y Ciudad del Cabo.)
Para todo ese transporte organizado,
Mafias que envían aquí al personal a precios escalofriantes reciben siempre alborozadas una ayudita
las poderosas mafias que envían aquí al personal a precios escalofriantes reciben siempre alborozadas una ayudita, alguien o algo que facilite ese transporte, la propaganda de eficacia en el rescate que para el espectador del reportaje televisado equivale a hacer definitivo dicho rescate. Rescate que insistimos es mero transporte. Allí, en los países de donde vienen, quienes los enredan les muestran no ya las maravillas urbanísticas y sociales de nuestra civilización sino cómo barcos cual Open Armas garantizan un transporte mucho más seguro en todo lo que pueden ayudar. Por supuesto que los transportistas del barquito catalán dejan de inmediato en tierra española o italiana a los trasladados, y ahí es donde ya le he comentado que comienza el verdadero rescate, el que usted con sus impuestos y sin haberle preguntado va a realizar en serio, a fondo y durante mucho tiempo. Usted va a ser solidario, una palabra más peligrosa de lo que usted imagina. Usted va a ser solidario quizá toda la vida del “rescatado” en cuanto tenga descendencia y se apunte a las ayudas para ello, que no sabe usted lo rápido que lo aprenden, por si hubieran venido poco informados de todo desde sus tierra, que no es frecuente.
Pero pongamos que ahora usted es uno de los supercanallas que trafica con vidas humanas a través del mar, y que por supuesto tendrá un respetable estatus socieconómico en su tierra, en París, en Madrid o donde sea. O incluso es el tiranuelo de cualquiera de esos países que nos envían a sus ciudadanos sobrantes. ¿A qué organización ayudaría usted para que transportaran más seguros y con gran publicidad a sus explotados? No me diga… Porque encima puede y debe usted donar anónimamente, o a través de hombres de paja; es fácil. Y es una inversión genial. Se rompen los corazones del telespectador contemplando al negrito guapín sonriente o lloroso, o a la madre embarazadita que ha esperado lo suficiente para que su estado y condición enternezca a quien la vea tiritando bajo la mantita que el noble layetano le cede en su nuevo y transitorio medio, rumbo hacia la felicidad. Usted, el mafioso, sólo tiene que dar una pequeña parte de sus enormes beneficios -segurísimo que lo hará- a esa capciosa organización para que complemente el trabajo y llame a las conciencias de los europeítos que estén viendo las noticias. Eso sí, de vez en cuando viene bien un naufragio, inevitable por otra parte. Unas decenas o cientos de muertos que a quien menos le importan es a quienes ya cobraron por el transporte. Fílmense los cadáveres, niños a poder ser, que esos días aumentarán exponencialmente las donaciones a Open Arms, de forma directamente proporcional al morbo de las imágenes. Ábranse los telediarios con la noticia…, y arriba los corazones.
Y usted, ahora de nuevo el españolito tierno y crédulo, enternecido, aflojará un poquitín el bolsillo con una donación a Open Arms para que impulse el tránsito de gentes por las que usted y gentes como usted van a aflojar el bolsillo mucho más de lo que imaginan, y con las enrevesadas consecuencias que ya están dándose en todos estos países de la Europa solidaria…