Cataluña independiente: socialista y multicultural

En Cataluña tenemos el principal foco de yihadismo de Europa, fundamentalmente concentrado en el barrio del Raval de Barcelona, al lado de la Rambla.

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Todo el mundo sabe que en Francia y en los países nórdicos, gobierne quien gobierne, siempre gobierna la izquierda. El peso asfixiante del Estado sobre la población impide en el caso francés un progreso más acentuado, además del lastre funcionarial que puede llevar a derrumbar la, en otros tiempos, magna nación gala y en el de los escandinavos impide la “pasión y pulsión” de sus habitantes, adocenados en la parálisis racional, algo que no es tema menor.
En Cataluña tenemos el principal foco de yihadismo de Europa, fundamentalmente concentrado en el barrio del Raval de Barcelona, al lado de la Rambla. Las cifras dicen, según publicó hace tiempo La Vanguardia, que de los cuatrocientos mil musulmanes que viven en esta Comunidad, cuarenta mil son yihadistas dispuestos a atacar en cualquier momento, a inmolarse o a lo que sea, si recibieran ordenes de sus superiores, ya me entienden.
Distingo, por otra parte, claramente entre el musulmán integrado en nuestra sociedad y el integrista radical que la odia. Ni que decir tiene que todos estos yihadistas reciben el soporte (indirecto) de la administración pública, con sus consabidas subvenciones culturales, ayudas económicas, reducciones de impuestos, preferencias públicas y todo lo que sea menester. Y la progresía anti-occidental, vamos la progresía, y el ultra-liberalismo capitalista son, sin ninguna duda, el caballo de Troya de la yihad en Europa. Los primeros por su espíritu pusilánime y traidor, los segundos por su despiadado egoísmo.
Deben dar por descontado que toda la yihad instalada en Cataluña, y gran parte de los cientos de miles de musulmanes que viven aquí, apoya el proceso independentista. ¿Por qué? Pues porque saben que de conseguirse será terreno abonado para su expansión cultural y religiosa y además sin obstáculo alguno. No duden ni un segundo que una supuesta constitución catalana reconocería la multiculturalidad de la sociedad y la pluralidad de lenguas, siendo el catalán la única lengua oficial y poniendo al árabe y al chino en la misma posición que el español, lenguas co-oficiales pero de segundo rango.
Para más inri el modelo nórdico es el que le gusta a Mas (supuestamente un liberal), -¡imaginen lo que les debe gustar a los de Esquerra!-. Eso significaría la asfixia de la pequeña y mediana empresa a través un aumento impositivo considerable y un control exhaustivo de la administración sobre la vida de los ciudadanos. Algo realmente intolerable.
¿Ésa es la Cataluña que queremos? Yo creo que mayoritariamente no, rotundamente no.
Para mí los modelos válidos en Europa son, como Estados, los de Suiza y Austria, y como Estado federado el de Baviera. Sociedades fuertes, sólidas, culturalmente claras y que han conseguido, a través de leyes firmes, que el inmigrante que llega de otras culturas antagónicas se integre o se vaya. Sociedades con un sistema de bienestar óptimo, justamente porque protege sin ser laxo y obliga a esforzarse al ciudadano.
Pero Cataluña no es así, lamentablemente no lo es. Aquí se tiende al pactismo, a la pusilanimidad, a cierto grado de mezquindad y a la tolerancia racionalizada. Nada, un futuro aplastante.
Cierto es que España debería cambiar su modelo de financiación y dejar de asfixiar a las comunidades productivas frente a los paraísos subvencionados porque si no esto se parará y todos saldremos perdiendo.
Y también debería ser razón y ocupación del Estado, y no solo de las comunidades autónomas, la defensa de la pluralidad lingüística y cultural del país.
Una Cataluña fuerte y afirmada en sí misma en una España sólida y próspera. Ese es el futuro y lo demás es socialismo débil y pérdida de identidad.
Los catalanes de raíz (d’arrel) que no necesitan del histrionismo para reivindicarse saben que el futuro de esta comunidad pasa por España, detectan claramente la tontería predominante y lo que eso supondría para una sociedad en otros tiempos espléndida y ufana.

Cataluña fue y será, sólida, seria, próspera y vital, dentro de España. 

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