En la mayor parte de los países de la Europa avanzada y civilizada, las derechas, tanto la liberal como la social, se definen como laicas, y aun respetando los principios de la tradición cristiana no están directamente sometidas a los dictados de ninguna Iglesia.
En España sí, como lo acabamos de ver con ese proyecto del inefable Ruiz Gallardón que pretende obligar a una mujer a tener un hijo malformado aunque no lo desee. Personalmente, y respetando por supuesto cualquier opinión, jamás votaré a un partido que defienda semejante atrocidad.
Y es que el gran problema de las derechas de este país es el clericalismo, el “rouquismo” (en referencia a Rouco Varela); tanto es así que la propia Marine Le Pen, líder del FN francés, ha declarado estar en contra de este anteproyecto de ley del aborto.
¿Tan difícil es crear un partido que defienda las instituciones nacionales, el orden social, la unidad y pluralidad de España, la identidad cultural europea, la economía social de mercado y al mismo tiempo reconozca el derecho al aborto con una ley de plazos o de supuestos amplios, la unión civil entre homosexuales, los derechos sociales de los trabajadores (para que no caigan en el esclavismo ni en la miseria) o la protección de la mujer y las madres solteras?
¿Creen que esto que acabo de escribir pertenece a algún partido socialista de Europa? No, esto es exactamente lo que promulga el Frente Nacional francés, partido que, probablemente, en las próximas elecciones europeas pasará a ser el más votado en el país vecino.
En cambio aquí la casta política que nos gobierna, terriblemente mediocre y estúpida, y que nos va a sacar de la crisis macroeconómica dejando a un cuarto de la población en la cuneta, no tiene la suficiente enjundia ni solera como para consolidar una nación fuerte, solidaria y orgullosa de sí misma. Aunque lamentablemente ¿cuál es la alternativa?
Ahora ha nacido VOX, una formación conservadora a la derecha del PP, pero más de lo mismo…: clericalismo, moral decimonónica, que está bien para aquellos que se sientan cercanos a esos principios, pero nunca van a poder ser mayoritarios socialmente, porque la gente, la sociedad, quiere gozar de mayor grado de libertad para dirigir su vida. No está dispuesta a que se les impongan determinados criterios y la pluralidad social ha crecido considerablemente en cuanto a modus vivendi.
Los que defendemos la identidad cultural europea, las políticas firmes de control de la inmigración ilegal, el orden social e institucional, la cohesión y solidaridad de la sociedad, la fortaleza nacional o la protección de los trabajadores y empresarios autóctonos, ¿tenemos que aceptar de forma necesaria e intrínseca la moral católica más conservadora?
Difícil situación la de algunos, pero si algún día se pretende aglutinar a una gran parte de la sociedad española en un ideario regenerador este deberá pasar por el laicismo más radical, de lo contrario todo será más de lo mismo.
Nota de la Redacción.- Aunque todos los artículos publicados en El Manifiesto expresan exclusivamente la opinión de su autor, ello queda particularmente realzado en los que, como éste, pertenecen a la rúbrica “Tribuna Libre”. Hace algún tiempo ya se publicó con tales características un artículo cuyo autor defendía ideas contrarias, en el sentido más amplio del término, a las desarrolladas aquí por Damián Ruiz. Por tal motivo, y con el fin de respetar la sensibilidad de todos los lectores de nuestro periódico, también conviene incluir dentro de la misma rúbrica el presente artículo.