Empecemos. En primer lugar decir que soy de los que cree que la prostitución debería regularse legalmente, estar incluida en el régimen de la Seguridad Social y sus trabajadoras/es tener derecho a baja por enfermedad, paro y jubilación.
También pienso que el sexo debería dejar de vivirse de forma tan compulsiva como ocurre en la sociedad actual y empezar a ser algo más racionalizado, más ajustado a las necesidades de la población y más integrado en la vida cotidiana. Sé que puede sonar escandaloso, pero el sexo debería ser administrado por cada cual igual que la comida, es decir dieta mediterránea y equilibrada. Pero para eso aún quedan un par de siglos, todavía vivimos en el “liro-liro” decimonónico o en el impulso de la testosterona que a muchos les cuesta bastantes euros. Aparte de las horas invertidas diariamente por una buena parte de la población masculina en mirar pornografía por internet.
En segundo lugar no todos los consumidores, ni mucho menos, de cocaína y putas/os son psicópatas sociales, pero casi todos los psicópatas sociales son consumidores de cocaína y putas.
Y ¿qué es un psicópata social? En este caso me refiero a aquellos que no tiene ningún escrúpulo ético ni moral cuando se trata de alcanzar una determinada posición socio-económica aún a costa de hundir, arruinar o destruir a una parte de la sociedad o de la población. Por ejemplo: los corruptos económicos, muchos de los especuladores de mercados, inversores compulsivos, etc. pertenecen a este sector.
Porque ¿vamos a ver? ¿Cuál es la satisfacción de ganar dinero, mucho dinero, a cualquier precio y en el mínimo tiempo posible? Por una parte ver humillados a los que ellos consideran “débiles” y, por otra parte, los premios a los que pueden acceder, que se distinguirían en dos clases:
1. Aquellos que engrandecen el ego: todo tipo de artículos de lujo
2. Aquellos que proporcionan placer: cocaína y putas/os
Creo que ya escribí en un artículo anterior en el que, tal como publicó “La Vanguardia” hace unos años, en España se hacen un millón de servicios de prostitución al día. No está mal, aquí va hasta el Tato de meretrices, y si a eso le añadimos que es el país de Europa donde más cocaína se consume, ¿qué nos queda? Pues nos debe quedar Juan, que como se dice por ahí “Tan bueno es mi Juan que no vale pa ná”.
La cuestión es que cualquiera que especule a según qué niveles debe dejar de un lado la conciencia porque, de haberla, hay movimientos que no se podrían hacer. Cuando se procura, por ejemplo, hundir el precio de las acciones de un producto básico sabiendo que eso puede diezmar la población de una parte de África se requiere para ello cierto grado de psicopatía; si no, no se podría conciliar el sueño.
Por tanto, el placer inmediato que supone la cocaína consumida a destajo y el inmediato despegue veloz hacia el puticlub más cercano son dos de los elementos clave que sostienen el sistema.
Creo que es más que evidente que tanto la droga como la prostitución no solo son toleradas sino, probablemente, fomentadas por el “régimen”. Porque el sistema es, sobre todo, profundamente aburrido… Esto aburre hasta a las moscas. La falta de interacción, de comunidad, de proyectos personales, de desarrollo individual, etc. hace que la gente se canse del “ir tirando”. Y eso hablando del sector común. ¿Creen ustedes que un alto ejecutivo inmerso en decisiones de trascendencia para la sociedad se premia viendo el festival de fin de curso de su hijo? No, se premia, en muchos casos, con los dos elementos de los que estoy haciendo mención.
Por tanto, cocaína y putas, y la adicción que ambas generan, forman parte del sistema, un sistema corrupto que acelera los cerebros de los que toman decisiones para que no entren en cuestiones vanas tales como, por ejemplo, dejar sin pensión o sin piso a unos ancianos, o llevar a la miseria a una buena parte de la población, o destruir la identidad de una nación, o arrasar de cualquier modo allí donde pasan.
Los psicópatas sociales, normalmente muy inteligentes, ocupan puestos de poder, y lo único que les interesa es su Ego y su placer personal, y ver cómo destrozan la vida de los que ellos consideran “inferiores”.
Esto es lo que hay y ellos, en la actualidad, son los que dirigen el mundo.