Estimado señor o señora:
Vaya por delante que ésta no es una carta crítica, es un escrito de conciencia.
Defiendo la economía productiva y lo que se ha dado en llamar la economía social de mercado, y creo que en España hay que hacer reformas estructurales profundas. También sé que un gobiernos de frívolos despilfarradores, mantenedor de cortesanos, como el que hemos tenido animan a cualquiera a evitar pagar el máximo de impuestos. Entiendo también perfectamente que cuando el dinero que uno ha ganado con su esfuerzo, voluntad e inteligencia, en lugar de invertirse en hospitales o centros educativos de excelencia se invierte en subvenciones para amiguitos, normalmente parásitos corrosivos, la tentación de “no estar presente” en la construcción del país es muy alta.
Pero estamos en una grave situación y ahora sí, ahora sí que hay que estar aquí, porque es muy crítica, mucho, para infinidad de familias que están en un momento de emergencia. Jóvenes muy preparados sin ningún tipo de ingresos, padres al borde de la desesperación y personas solas, muy solas, conviven entre nosotros sin que apenas podamos percibirlo. Y usted no se puede desentender de todo esto, porque aunque pertenezcan a otra clase social, son sus compatriotas, la gente con la que va a compartir época en la historia, personas que, por origen, falta de recursos o de capacidades, no van a tener nunca ni una milésima parte de lo que usted posee.
Tiene que arremangarse, y no desde una actitud caritativa, sino real, franca, directa, social. Exijan, tienen el poder para hacerlo, aquello que consideran que se debe hacer, pero no solo para mejorar su posición, sino la de la mayoría de los ciudadanos: intervengan activamente. Pero piensen más allá de sus intereses, piensen en todos los que están quedando al margen de la sociedad aunque, por dignidad, se oculten.
Innoven, escuchen propuestas que les podrían sorprender: hay mucho talento desconocido, den oportunidades, abran nuevas secciones o vías de negocio, arriesguen. El país, toda Europa, puede descomponerse, y más allá de usted, de ustedes, hay una historia que compartimos, una vida en común aunque nos ignoremos unos, otros y los de más allá.
Es el momento ahora, sí, justamente ahora, de ser atrevido, de tener el coraje y la determinación de abrir nuevos mercados, de hacer algo por la propia nación, de dar impulso a esas ideas que uno llevaba tiempo pensando, y ahora que salen del poder los ineptos, puede ser un buen momento.
Me gustaría que escuchara esas nuevas ideas: no sabemos la inteligencia y las “ganas” que estamos derrochando, por no “oír”. Hay tanta fuerza almacenada, tanta creatividad…
Y, aunque lo pueda parecer, no soy ingenuo, pero siempre he creído en una cosa, y es que el secreto del éxito consiste en no crear un abismo entre el problema y su solución, o dicho de otro modo, si el problema se simplifica, la solución se vuelve fácil.
Los tiempos de crisis son tiempos de oportunidad, pero hay que cambiar el paradigma de nuestro pensamiento, salir de los esquemas rígidos, abrir nuevas percepciones. En el fondo todo sigue siendo anacrónico, vetusto, encorsetado, histéricamente formal, y quien sepa percibirlo tendrá ante sí la posibilidad de revolucionar el mercado. Ya no sirven las mismas cosas de siempre, piense en todo lo que le gustaría cambiar de su vida, en lo que realmente querría, aún a pesar de que tenga mucho dinero. Cuestiónese todo y dese respuestas radicalmente auténticas. Pues eso mismo es lo que necesita la sociedad. Y son grandes ocasiones de negocio.