Cuba: 50 años de privilegios, represión y engaños ( I )

1.º de enero de 1959, 1.º de enero de 2009. Cincuenta años de dictadura. Todo un record de permanencia en el poder digno del Guinnes, solo superado por Luis XIV de Francia que reinó 72 años (1643-1715), por Francisco José de Austria, que gobernó 68 años (1848-1916), y por la reina Victoria, que lo hizo por un período de 64 años (1837-1901).

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1.º de enero de 1959, 1.º de enero de 2009. Cincuenta años de dictadura. Todo un record de permanencia en el poder digno del Guinnes, solo superado por Luis XIV de Francia que reinó 72 años (1643-1715), por Francisco José de Austria, que gobernó 68 años (1848-1916), y por la reina Victoria, que lo hizo por un período de 64 años (1837-1901).

Hacia finales de 1961, el pueblo cubano creía a pies juntillas que caminaba hacia la “gran igualdad social”. En diciembre de ese mismo año, Fidel Castro se declaraba marxista-leninista, reconociendo que había engañado al pueblo por conveniencias tácticas con objeto de llegar al poder. Se alió con la Unión Soviética, que proporcionó una descomunal ayuda al régimen. Poco a poco, Castro iba convirtiendo a Cuba en un bajalato. La Revolución, que se había proclamado “verde como las palmas”, se convertía en “roja”, ya que empezaba a utilizar los mismos métodos que el bloque soviético.

Después de cincuenta años de opresión y represión, parece que las metas igualitarias no se han conseguido. Más bien hay un estilo de vida de privilegios del que disfrutan unos pocos.

Los grupos de mayor privilegio dentro de la sociedad cubana son tres: en primer lugar, los “comandantes” y miembros de nivel superior del Partido Comunista. En segundo lugar están “los oficiales de las fuerzas armadas hasta el grado de capitán”. Y en tercer lugar, los “administradores”. Aparte de estos tres grupos hay otros que, sin tener los privilegios de los anteriores, tienen un modus vivendi muy superior al de la gente corriente. Son los “miembros de la seguridad del Estado”, los dirigentes de organizaciones de masas, los extranjeros y las figuras del deporte. En otra escala muy inferior a la de todas estas personas, están los ciudadanos que, por cualquier circunstancia, tienen acceso al dólar, bien porque se los envíen sus familiares desde Miami, o bien por “prestar algún servicio” a los turistas en la isla.

Los servicios de los que más disfrutan los privilegiados son: viajes, educación, salud y vivienda. Carlos Franqui, que un día fuera director de Radio Rebelde y del periódico Revolución, cuenta que Fidel tenía cincuenta mansiones diferentes, siendo partidario también de que “los compañeros deben vivir bien a fin de ser eficientes”.

Los privilegios en materia de vivienda son insultantes. Las urbanizaciones residenciales (“repartos”) de Miramar, Nuevo Biltmore, Kohly, Nuevo Vedado, etc., al principio de la revolución fueron ocupadas por estudiantes. Pero luego los llevaron a albergues en el campo donde estudian y trabajan. Estos “repartos” fueron ocupados posteriormente por la nueva élite castrista que, en el caso por ejemplo de Raúl Castro, disfruta de un edificio entero con apartamentos en el Nuevo Vedado.

Estas viviendas de los privilegiados, están debidamente conservadas, limpias y pintadas; tienen aire acondicionado y teléfono, todo un lujo del que el pueblo carece. Sin embargo, las viviendas del cubano de a pie, están poco menos que en ruinas, ya que no se tiene acceso a ningún tipo de material de construcción que, obviamente, controla y distribuye el Estado.

La Empresa de Producciones Varias (EMPROVA) es la encargada de que a los miembros del Consejo de Estado no les falte nada: suministra hasta personal para el servicio doméstico que, dicho sea de paso, había sido suprimido al comienzo de la Revolución por ser un producto de la “sociedad burguesa”.

En los “repartos”· de Santayana, Siboney, Barlovento, etc., la élite castrista disfruta de todo tipo de privilegios, incluidos yates.

También merece destacar “las casas de visita”, que son residencias que el Partido Comunista tiene por todo el país para sus miembros y funcionarios del Estado.
Otro grupo privilegiado son los hijos de los altos cargos del partido y de los militares. El pueblo cubano los llama “hijos de papá”.

Donde más se ven los privilegios es en la educación. Las personas “no integradas”, es decir, los que no están “fichados” como adeptos o adictos al régimen, no pueden cursar carreras superiores, con lo cual la universalidad del dogma comunista de la igualdad cae por su base.

También en los servicios sanitarios hay privilegios. Como ya se sabe, el Estado tiene el total y absoluto control sobre la medicina. No existe medicina privada. La clínica Cira García (antigua clínica Miramar) está actualmente reservada para extranjeros y para la élite castrista, lo mismo que una planta del Hospital Naval de La Habana Este. También en los “repartos” Kohly y Siboney hay clínicas para la alta dirigencia.

Otro privilegio es el de los comestibles. Para los “directores” y “timoneles” no hay cartilla de racionamiento.

Mientras tanto, el martirizado pueblo cubano tiene que “jinetear”, “marear”, “inventar”, “resolver”, “estar en el fuego”, “pugilatear el dólar”, etc, para poder vivir malamente.

(Continuará.)
 

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