¡Ay, cuando abran Notre-Dame! ¡Ay, cuando se vean las aberraciones cometidas!

De fuera no. Ya les hubiera gustado, ya, pero no se han atrevido y han reconstruido la catedral sin profanar nada Pero de dentro... ¡Ay, de dentro!

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Pero... ¿esto qué es?, se pregunta uno mirando la imagen que ilustra este artículo. ¿Es el gong de un templo budista? ¿Es una diana gigante? No, es el nuevo relicario que albergará la Santa Corona de Espinas en la catedral de Notre-Dame de París.

Revelada al público, esta obra del arquitecto Sylvain Dubuisson es, cuando menos, desconcertante... sobre todo cuando se ha visto su predecesora: el magnífico relicario diseñado por Viollet-le-Duc, que desgraciadamente se hizo añicos en la operación de rescate la noche del incendio. El nuevo relicario obedece sin duda a esta nueva consigna: la catedral de París debe despojarse de toda grandeza y adoptar el aspecto de una celda monástica.

En este sentido, el proyecto del diseñador Guillaume Bardet ya ha sido elegido para el nuevo mobiliario litúrgico: altar, cátedra, tabernáculo, baptisterio, etc. El jurado lo calificó de «noble sencillez». Una descripción más acertada sería «austeridad atroz»: todo en madera oscura, con bordes afilados y líneas extremadamente limpias, es un cruce entre el ecodiseño y un museo de artes y tradiciones populares.

 

Guillaume Bardet. Maqueta del altar. 2023. © Philippe Migeat

 

Todo falsa modestia

El obispo y su acólito tendrán que sentarse en un mueble que parece más una artesa para amasar pan que a un sillón; en cuanto al sagrario —Dios me perdone— ¡no es más que la caja de sal de mi abuela! «Las salas deben abrazar el pasado, vivir el presente y acoger el futuro», declaró el «artista». Sin embargo, la nueva Iglesia debe ser modesta. «Sus muebles deben tener una forma de obviedad para los católicos y ser notables para los no cristianos. Deben existir tanto durante la liturgia como fuera de ella: sin gritar, pero sin esconderse tampoco. Deben ser una presencia evidente». Polivalentes, en suma; no más ostentosos que un banco público.

Y, así, para acoger la reliquia suprema que es la Santa Corona de Espinas, prevalece la misma filosofía, lejos del oro y las joyas en que se mantuvo consagrada desde 1236.

En la primavera de 2023, Sylvain Buisson reveló a ktotv.com un rincón de su proyecto. Confió que monseñor Lustiger ya le había pedido en el pasado que pensara en un nuevo estuche para la reliquia, pero la idea se había abandonado. Fue el fuego el que reavivó la necesidad. El hecho de que la corona se conservara en Constantinopla y fuera comprada por san Luis nos inspiró para hacer un guiño al mundo ortodoxo colocando la propia reliquia dentro de un gran iconostasio de madera de cedro», explica. La madera de cedro es la misma de la reliquia de la cruz que se conserva en Notre-Dame.

 

Guillaume Bardet. Maqueta de la silla catedral. 2023. © Philippe Migeat

 

No es majestuosidad, sino «majestad»

Pero es su colaboradora Tiphaine Mer quien lo expresa mejor, por así decirlo: «El relicario va a ser lo bastante alto para que haya cierta altura y prestigio en el objeto. Está, como ya ha dicho Sylvain, un poco más alto que el ojo y que nuestras propias cabezas para mostrar su majestuosidad, en el centro. Y nos gustaría que la Corona estuviera ligeramente inclinada para simular el hecho de que está encima de la cabeza de Cristo dentro de la instalación. Tomo nota.

Sylvain Dubuisson, nos dicen, «ha querido dar un enfoque único y personal a esta obra». Entonces, cómo decirlo, estimado señor: nos importa un bledo su enfoque personal; la Corona de Espinas es más grande que usted, en el tiempo, en el espacio, en la historia de la humanidad y en la de la Iglesia

Debería usted estar a su servicio, no ella al de usted. Su trabajo, carente de grandeza y espiritualidad, no es ciertamente propicio para la elevación del alma. Pero en esto, por desgracia, sin duda ha cumplido a la perfección la misión que se le había confiado.

© Boulevard Voltaire

 

 No son éstos los únicos destrozos
del inmundo mundo de hoy.
Hay más, mucho más.
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