Manifiesto por la neutralidad de España

¿Morir por Kiev? ¿O por Washington?

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Manifiesto por la neutralidad de España

 

Está circulando ampliamente por Internet este Manifiesto lanzado por un grupo de destacadas personalidades de nuestro país. Al tiempo que desde EL MANIFIESTO nos adherimos plenamente a él, invitamos a todos nuestros lectores a leerlo y a difundirlo ampliamente entre todos sus contactos.

 

La actual guerra de Ucrania repite los efectos de las anteriores de Irak, Afganistán Siria o Libia: cientos de miles de muertos, millones de desplazados y destrucción de países enteros.

 En Ucrania se habría evitado de haberse cumplido los acuerdos de Minsk de 2014 o continuado tras los preacuerdos de Turquía al poco de comenzar las hostilidades, pero en lugar de ello tiende a intensificarse y descontrolarse, mientras los dirigentes de la OTAN hablan de preparar el choque directo con Rusia, a gran escala y sin intermediarios.

Sería la tercera gran guerra europea y mundial después de las dos del siglo XX, y seguramente la más devastadora que quepa concebir.

La OTAN fue una organización con doble carácter: defensivo frente al expansionismo soviético, y al mismo tiempo promotor de los intereses particulares de Estados Unidos y secundariamente del Reino Unido, que por entonces protegían al resto. Pero, una vez caída la URSS, la OTAN ha primado dichos intereses, perdiendo insensiblemente su carácter defensivo para embarcarse en una serie de intervenciones bélicas, invocando siempre una democracia que en ningún caso se ha dado, o pretextos como las supuestas armas de destrucción masiva de Irak.

Estas amenazantes tendencias nos afectan agudamente. El argumento de una defensa ante un posible expansionismo ruso no se basa en ningún hecho, declaración ni posibilidad real hoy por hoy: basta comparar los presupuestos militares de Rusia y los de la UE, incluso sin los de Estados Unidos.

España no puede ni debe ser aliada de Rusia, pero no tiene ningún conflicto con ella tras la caída la URSS. En cambio sí tiene España conflictos, y muy graves, con las potencias dominantes de la OTAN, Estados Unidos y Reino Unido. Este último invade nuestro país en un punto estratégico clave, Gibraltar, mientras que las bases militares norteamericanas nos harían blanco de los misiles en caso de guerra europea.

 

 

A su vez, Marruecos está especialmente protegido por la OTAN, siendo el único país que nos amenaza directamente: ocupó ilegalmente el Sahara exespañol, se propone hacer lo mismo con Ceuta y Melilla —ciudades que la OTAN atribuye implícitamente a Marruecos—, mientras promueve una auténtica invasión de inmigrantes ilegales en dichas ciudades y en las Canarias.

Es, pues, evidente que ni la OTAN nos protege, ni necesitamos su protección frente a Marruecos, ni su potencias dominantes son amigas de España, a la que humillan y perjudican permanentemente.

En caso de la guerra europea en preparación, llegue a hacerse real o no, el papel atribuido a España no podría ser otro que el de servir de carne de cañón para los intereses representados y condensados en Gibraltar.

España permaneció neutral en las dos anteriores guerras mundiales, con extraordinario beneficio directo para el país e indirecto para el resto de Europa.

 Por las mismas razones es esencial recuperar aquella política en la actualidad. Y, ante todo, es indispensable poner sobre la mesa la cuestión del debate político en una situación internacional cada vez más sombría y amenazante.

 

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