El pasado sábado 29 de noviembre, Antonio Elorza publicaba en "El País" un revelador artículo acerca de la Alianza de Civilizaciones patrocinada por Zapatero y que Moratinos anda atareado en impulsar. En concreto, el señor Elorza, buen conocedor del mundo musulmán, nos informaba de su participación en un congreso internacional inscrito en el programa de actividades de la célebre Alianza, celebrado en Granada y al que han asistido tanto intelectuales occidentales como procedentes del mundo árabe.
El pasado sábado 29 de noviembre, Antonio Elorza publicaba en “El País” un revelador artículo acerca de la Alianza de Civilizaciones patrocinada por Zapatero y que Moratinos anda atareado en impulsar. En concreto, el señor Elorza, buen conocedor del mundo musulmán, nos informaba de su participación en un congreso internacional inscrito en el programa de actividades de la célebre Alianza, celebrado en Granada y al que han asistido tanto intelectuales occidentales como procedentes del mundo árabe.
Antonio Elorza resumía la atmósfera reinante en tal congreso de la siguiente manera: nula capacidad de autocrítica por parte del sector musulmán; masoquismo absoluto de los participantes occidentales, siempre dispuestos a flagelarse por los reales o supuestos pecados de Occidente; y una obsequiosidad sin límites hacia el Islam, formular cualquier crítica ideológica al cual se consideraba absoluto tabú. Nos encontramos, como bien se ve, ante la postura políticamente correcta patrocinada por la izquierda española durante los últimos años, que coincide sustancialmente con la línea editorial de El País.
El autor del artículo que comentamos, y al que se nota bastante harto de la hipocresía progresista respecto a la cuestión islámica, terminaba preguntándose si la Alianza de Civilizaciones es algo más que una operación de propaganda. De momento, lo seguro es que se trata de uno de los instrumentos que Zapatero está utilizando para intentar salir de su irrelevancia internacional. Ahora bien: para que pudiera ser algo más que eso, harían falta unos mimbres que ni Zapatero, ni Moratinos, ni los intelectuales orgánicos del PSOE están en condiciones de proporcionar.
No se trata de que haya que adherirse por decreto a los análisis de la FAES, bastante desconfiados respecto al mundo islámico. Se trata, ante todo, de ser realista: por tanto, ni Islamofobia de derechas, ni actitud reverencial de izquierdas frente al Islam como religión de paz. El Islam constituye una realidad tremendamente compleja donde conviven tendencias de muy diverso signo. Y el primer paso hacia una verdadera alianza de civilizaciones pasa por reconocer tanto lo positivo como lo negativo que existe en cada una de ellas. No puede haber verdadero diálogo con el Islam si nos dedicamos a fustigar a Occidente, por materialista, arrogante y etnocéntrico, a la vez que evitamos por sistema cualquier asomo de crítica a las semillas de violencia insertas –junto con otros aspectos elevados y nobles– en el corazón doctrinal de la tradición islámica. Cualquier diálogo se convierte en una caricatura cuando uno de los participantes se dedica a desprestigiarse a sí mismo –como hace con frecuencia Occidente–, mientras el otro se muestra incapaz de reconocer los errores propios, como hace con frecuencia el Islam.
¿Se entiende ahora por qué Zapatero no puede impulsar ninguna verdadera Alianza de Civilizaciones? Puede orquestar campañas de imagen y hacerse fotos con Jatamí y Erdogan; pero nada menos que acercar dos civilizaciones metafísicamente tan opuestas como el Islam y Occidente… ¿Cuánto conocimiento cultural, cuánta finura analítica, cuánto tacto exquisito, cuánta delicadeza y profundidad del corazón harían falta para esto? No es una operación imposible, pero ¡qué empresa tan dificultosa! ¿A quién se la encomendamos? ¿Tal vez a nuestro inefable Zapatero, tan preocupado para llegar a acuerdos –o a simulacros de acuerdos– “como sea”, con tal de poderse hacer la correspondiente foto publicitaria? ¿Al Zapatero de cultura tipo Reader’s Digest y, como buen socialista, perfectamente imbuido de esa tremenda colección de tópicos progres que lo inhabilitan para todo ejercicio de verdadera humildad y de genuina autocrítica?
Personalmente, no siento ninguna antipatía hacia los musulmanes; más bien lo contrario. Y también creo que, en efecto, hace falta proponerse un acercamiento de todas las civilizaciones –no sólo de Occidente y el Islam–, para construir el “hogar planetario y cosmopolita” al que me he referido en anteriores artículos dentro de este mismo periódico. Ahora bien: coincido con Antonio Elorza en que, para afrontar tamaña tarea, el primer paso consiste en denunciar el tremendo bluff de la Alianza zapateril. Una Alianza tan insustancial como lo es su, a la vez, ingenuo y cínico promotor.