El asesino siempre vuelve al lugar del crimen, dicen, y Gil Manzano, que es asesino del fútbol, decidió volver a Mestalla a terminar de pasar a la historia.
Al final, como ya previno el gran Gödel, todo se resume en una sencilla cuestión de lógica matemática: los números del tendero que Sánchez necesita para alcanzar su investidura.