El panorama artístico español parece estar muerto. Su correlato social y político no luce mucho mejor. O al revés: un pueblo tan autocomplaciente y tan dócil en lo espiritual y lo material, está acabado.
La belleza debiera ser sinónimo de verdad y bondad a partes iguales.
Thierry Decruzy, en su último libro 'Démondialiser la musique - Une réponse au naufrage musical européen' [Desmundializar la música - Una respuesta al naufragio musical europeo], efectúa un brillante análisis de una de las degeneraciones de nuestra época que, curiosamente, se suelen tener poco en cuenta: la de la música.
Por machista, heteropatriarcal, violento y racista.
“Dijo ‘¡Presente’! y en el acto aparecieron varios agentes de la Guardia Civil, lo apresaron y se lo llevaron.”
“Lo único que los hombres no desean es la libertad, y no por otra razón que ésta: porque, si la deseasen, la obtendrían” (Étienne de la Boétie en ‘La servidumbre voluntaria’).
