La Fortuna, o el Dios del birlibirloque, quiso que un 7 de mayo de 1922 el toro “Pocapena”, de Veragua, asestara a Manolo Granero dos cornadas, la segunda mortal de necesidad.
Votan este domingo los descendientes en Castilla la Vieja de aquellos repobladores medievales que, con arado y espada en mano, cultivaban su más preciado bien mientras sufrían las continuas razias del Califato cordobés.
En la oda actual hacia la fealdad y lo materialmente insustancial, cabe preguntarse qué ha sido de la belleza y la sacralidad que permitían a la humanidad identificarse con el origen y fin de todo.