El naufragio musical europeo

Thierry Decruzy, en su último libro 'Démondialiser la musique - Une réponse au naufrage musical européen' [Desmundializar la música - Una respuesta al naufragio musical europeo], efectúa un brillante análisis de una de las degeneraciones de nuestra época que, curiosamente, se suelen tener poco en cuenta: la de la música.

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Un breve repaso musical

La danza y el canto, que están en el origen de la música, son conocidos por todas las civilizaciones.

Los antiguos griegos dominaban el sonido, como puede verse aún hoy en sus teatros. Pitágoras (c. 580-495 a.C.) intentó acceder a la armonía de las esferas, mientras que Platón (c. 428-348 a.C.) declaró: "La música da alma a nuestros corazones y alas a nuestros pensamientos".

Los primeros chinos medían la moral de un reino por la calidad de su música.

En el cristianismo, el sonido primordial se postula como fundador ("En el principio era el Verbo"). El canto gregoriano forma parte de la herencia de las antiguas liturgias mediterráneas, al tiempo que bebe de una fuente nórdica. Posteriormente, los arquitectos de catedrales e iglesias perpetuaron el papel primordial de la voz humana.

En cambio, el Corán no menciona la música, y algunos fundamentalistas abogan incluso por la destrucción de los instrumentos.

En la época medieval apareció la notación musical, que permitió conservar el recuerdo preciso de las composiciones y formar orquestas en las que los músicos tocaban juntos sobre partituras diferentes en lugar de improvisar por turnos sobre un tema común.

En el siglo XII se creó la polifonía en la construcción de Notre-Dame de París. Esta combinación de melodías o partes musicales, cantadas o tocadas al mismo tiempo, es el resultado de antiguas prácticas, tanto litúrgicas como populares.

A partir del Renacimiento, predominará la noción de placer. Según el erudito irlandés Robert Boyle (1627-1691), que la distinguía de la acústica, "la música tiene por objeto el sonido en la medida en que es agradable al oído".

La invención de la escritura musical hizo posible la existencia de orquestas sinfónicas en las que los músicos podían tocar juntos con distintas partituras.

En el siglo XVII, después de Monteverdi, la ópera italiana conquistó toda Europa, excepto Francia, donde el mismísimo Luis XIV subía al escenario para bailar al son de la música de Lully. Con la ópera, para la que se construyeron verdaderos palacios, la combinación de la gran orquesta, el arte lírico y la danza llevó estas tres artes a un nivel sin precedentes.

Los himnos nacionales aparecieron por primera vez en Inglaterra en el siglo XVIII, inspirados en los himnos religiosos que se cantaban en las batallas. En Francia, el Te Deum y Domine, salvum fac regem sirvieron para "divinizar" al rey como encarnación de la patria, y su posterior sustitución por La Marsellesa marcó una transferencia de lo sagrado.

A mediados del siglo XIX se desarrollaron considerablemente los coros y la música al aire libre. Un poco más tarde, la Belle Époque vio la edad de oro de los atriles, lo que supuso un gran movimiento hacia la democratización de la práctica musical. En 1899, Francia contaba con siete mil bandas civiles y cuatrocientas bandas militares.

Durante tres siglos, la "tonalidad clásica" europea impregnó un sinfín de obras maestras sin parangón.

A principios del siglo XX, los artistas emprendieron, sin embargo, un movimiento de "deconstrucción" de las reglas musicales, consideradas "reaccionarias", proponiendo música atonal, dodecafónica y serial.

Esta nueva técnica compositiva no tuvo éxito entre la masa de oyentes. El oído humano, incluso sin nociones de teoría musical, oye notas falsas, y todas las subvenciones masivas concedidas a Pierre Boulez (1925-2016) y otros desde la presidencia de Pompidou no podrán cambiar esta característica singular de la música que la distingue de otras artes. El éxito de la música de películas y videojuegos, que a menudo es obra de compositores conocidos, ilustra la resistencia del público a la difusión de la música atonal.

No obstante, una opinión divergente fue formulada por el escritor y melómano Lucien Rebatet (1903-1972), autor del libro magistral Une histoire de la musique (Robert Laffont, 1969), quien elogió el atonalismo al considerar a Arnold Schönberg (1874-1951) como "la culminación de la gran música alemana".

Tras la Primera Guerra Mundial, la llegada del jazz en los equipajes del ejército estadounidense reflejó un auténtico cambio del centro de gravedad musical, que hasta entonces había seguido siendo europeo. En los años 30, los estadounidenses desarrollaron también el "muzak", o música de ascensor, que fue colonizando los lugares públicos.

También desde el otro lado del Atlántico, el Scopitone, una combinación de imagen y sonido, se extendió a Francia en los años sesenta, seguido del vídeo musical en los ochenta.

En 2017, la canción surcoreana Gangnam Style superó los 3.000 millones de reproducciones en YouTube.

En los últimos años, la música clásica ha sido objeto de ataques en nombre del antirracismo

En los últimos años, la música clásica ha sido objeto de ataques en nombre del antirracismo. Por ejemplo, la Universidad de Oxford ha publicado recientemente un informe en el que afirma que "la música europea blanca del periodo esclavista [causa] gran angustia a los estudiantes de color" [sic]. Es éste Un discurso "interseccional" que ignora claramente la existencia de las cantantes Barbara Hendricks y Jessye Norman...

La música como práctica cultural

En las llamadas sociedades primitivas, los brujos y chamanes utilizaban los efectos psíquicos del ritmo o la música en actividades relacionadas con lo sagrado.

Hoy en día, el disc-jockey es un mero técnico de sonido sin dotes psíquicas ni religiosas, aunque es capaz de apreciar los efectos sonoros que experimentan los bailarines. Como en las técnicas ancestrales, pero sin supervisión ritual, se consumen drogas psicotrópicas para inducir a los participantes a sentir una fusión social colectiva y romper temporalmente con la realidad.

Además, la producción masiva de obras que posibilitada por la tecnología ha supuesto una auténtica revolución en la relación con el sonido, favoreciendo la ruptura de las relaciones sociales tradicionales y la aparición de conflictos artificiales en las familias. Las grabaciones y la radiodifusión también han hecho desaparecer gradualmente los quioscos de música y los cantantes callejeros.

Ahora el oyente puede permanecer solo y seguir sintiendo una sensación de libertad. Sin embargo, hay que relativizar este sentimiento, ya que los jóvenes en particular están fuertemente influenciados por operaciones comerciales a gran escala que promueven estilos de vida asociados a la pseudorrebeldía.

Los políticos también han prestado atención a los grandes festivales de música, cuyo modelo sigue siendo Woodstock en 1969, ya que este tipo de acontecimientos son susceptibles de canalizar los impulsos subversivos de los participantes. El 14 de julio de 2011, un "Concierto por la Igualdad", organizado por SOS Racismo en el parisino Campo de Marte, reunió a un millón de personas. Desde 1998, la Techno Parade de París reúne cada año a unos 300.000 "fiesteros", mientras que su homóloga berlinesa ha superado el millón.

De hecho, las herramientas informáticas permiten ahora a técnicos, que no saben nada de teoría musical ni de principios de composición, ofrecer sus creaciones a un gran público.

Orquestar la reacción

Al igual que los productos alimenticios, las producciones musicales pueden contener elementos tóxicos,[1] lo cual es tanto más perjudicial cuanto que el marco cultural de referencia de un individuo suele corresponderse con la música que toca o escucha.

Así, incluso entre los activistas conscientes de su identidad arraigada, no es raro encontrar el predominio de gustos musicales tomados de las "tropas de ocupación cultural".

Los organizadores de la Manif pour tous,[2] que pusieron música tecno durante las manifestaciones, no se distinguieron de la banda sonora del Orgullo Gay, que anticipó su fracaso político.

Por ello, Thierry Decruzy insta a los "disidentes" a inspirarse, entre otros, en un grupo de "rock identitario francés" (RIF) como In Memoriam, que actuó en plena guerra de la OTAN en Belgrado en abril de 1999, o en el grupo femenino Les Brigandes, cuyas referencias se inspiran abiertamente en los contrarrevolucionarios de la Vendée.

También recomienda recurrir a los repertorios de música de cine, música épica de videojuegos y composiciones clásicas, apoyando al mismo tiempo a cantantes comprometidos con la defensa de las identidades e inspirándose en una práctica musical viva y tan rica como la de los coros populares de los países bálticos.

© Polémia

[1] El problema es que los elementos tóxicos en los productos alimenticios están severamente prohibidos, multándose o hasta encarcelándose a sus responsables. Sucede todo lo contrario con los elementos  tóxicos esparcidos en las obras culturales... [Nota de EL MANIFIESTO].

[2] Grandes manifestaciones fundamentalmente católicas, celebradas en 2013, en contra del matrimonio homosexual. [Nota de EL MANIFIESTO].

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