El gran fervor identitario de los secesionistas se mezcla con los peores excesos del espíritu antiidentitario: mundialista, multiculturalista e individualista.
Extraditar a Claudia Patricia a la narcocleptocracia de Caracas es como entregarle un contable con manos largas a Al Capone o como devolverle un chivato a Pablo Escobar.
Bien está que se catequice en las parroquias, en las mezquitas o en los aquelarres, pero en los centros educativos se debe formar al miembro activo de la comunidad nacional, al trabajador y al ciudadano.