Los toros son un escándalo, conviene reconocerlo y hasta celebrarlo. Un escándalo porque exponen la muerte. O porque la subliman desde la estética y el arrojo. Los toros son un escándalo porque reivindican la liturgia y el rito en una sociedad enfermizamente secularizada.
Es de agradecer que Sol Gallego-Díaz, la directora con la que más han caído las ventas de El País, y su alegre muchachada hayan perdido la prudencia, el disimulo y hasta el estilo literario de los años en que el periódico lo hacían Juan Luis Cebrián y, sobre todo, Javier Pradera.
«Zona Roja», novela revelación sobre el Madrid de la Guerra Civil que acaba de publicar José Manjón: una obra maestra a la altura de las mejores páginas de «Madrid de corte a checa», de Agustín de Foxá.
¿Por qué esta superioridad distintiva, electiva, que la predestina a grandes cosas, donde sólo aquellos que están a la derecha del Padre tomarán posesión del reino?