La Europa fofa, pacifista y entreguista quiere ganar la guerra declarada a los infieles por el Estado Islámico con ridículas frasecitas mitineras. Ellos, mientras tanto, muertos de risa, recurren a cuchillos, hachas, metralletas, explosivos y bólidos kamikaze. La práctica totalidad de las cabeceras de información españolas llevaba a sus portadas hace cosa de ocho días el último eslogan acuñado por quienes no esgrimen más bandera que la blanca. “No tenemos miedo”, aullaba (y aulló ayer) el gentío rodeado por una nube de musculosos agentes de las fuerzas de seguridad. Excusatio non petita. ¡Pues anda, que si llegan a tenerlo! Todos –¡de frente, ar, izquierda, derecha, izquierda!– coreaban la consigna lanzada por el Rey, Rajoy, sus adláteres y los de la bancada opuesta. Embuste tras embuste: ése es el alpiste que nos dan desde que una pandilla de mozalbetes desalmados armó la de Alá no es Cristo en una Cataluña islamizada hasta el moño del mástil de la señera. Las Ramblas, a las cinco de la tarde, siempre están llenas de manteros. El día del atentado no había ni uno. ¿Peco de paranoia? Puede, pero el tam tam de las aljamas de la inmigración funciona de maravilla. YouTube censuró vídeos y fotos de la masacre atendiendo a peticiones del Gobierno. Quería éste impedir que el impacto de las imágenes atizara la islamofobia. Muchos medios de información acataron el trágala. EL MUNDO, no. ¿Unidad de quiénes? ¡Venga ya! Podemos se desenganchó. El procés sigue. Los de la CUP calumnian al Rey. Un grupo de patriotas fue increpado por los fascistas del antifascismo. En los púlpitos de las mezquitas se incuban los huevos del salafismo. La ciudadanía hace lo de siempre: obedecer consignas y balar mientras deposita en el escenario del suceso exvotos de película de Walt Disney. Doble mentira: la democracia, por sí sola, nos dicen, es más fuerte que el terrorismo (como en los siglos de la Reconquista creían los cristianos que lo era Santiago Matamoros) y democráticas en su fuero interno son las mayorías silenciosas del islam. ¡Y tan silenciosas! Sólo cuatro gatos teledirigidos rechistan en aras del disimulo. El general Gordon, héroe del sitio de Jartún degollado por el Mahdi, dejó escrito: “La nación que se empeña en trazar una línea de demarcación entre el guerrero y el pensador se arriesga a que sus batallas sean libradas por ignorantes y sus ideas pensadas por cobardes”. Trump vacila. Ya sólo nos queda Putin.
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