Mi amigo Bartolomé fue, como yo, progre bolchevique cuando estaba prohibido; es decir, cuando se debía ser. Cuando no se podía, cuando eran cuatro años de cárcel en vez de cuatro mil euros de sueldo. Entonces. Permítame el lector que por eso me carcajee de tanto antifascista actual, ahora que no hay fascismo, si es que esos tipos saben lo que es y fue en realidad el fascismo, si lo sufrieron alguna vez en sus carnes y si en puridad lo hubo en España. Alguno de esos paleoprogres es de mis días, y no recuerdo haberlo visto en la calle ante los grises, con el corazón en la boca, porque lo peor no eran los palos sino que te cazaran, ellos o los de la Brigada Social, más tarde, en casa, y te enchironaran, como nos pasó a más de uno.
Al hilo de los clásicos
¿A cambio de qué?
Mi amigo Bartolomé fue, como yo, progre bolchevique cuando estaba prohibido; es decir, cuando se debía ser. Cuando no se podía, cuando eran cuatro años de cárcel en vez de cuatro mil euros de sueldo. Entonces. Permítame el lector que por eso me carcajee de tanto antifascista actual
Mi amigo Bartolomé fue, como yo, progre bolchevique cuando estaba prohibido; es decir, cuando se debía ser. Cuando no se podía, cuando eran cuatro años de cárcel en vez de cuatro mil euros de sueldo. Entonces. Permítame el lector que por eso me carcajee de tanto antifascista actual, ahora que no hay fascismo, si es que esos tipos saben lo que es y fue en realidad el fascismo, si lo sufrieron alguna vez en sus carnes y si en puridad lo hubo en España. Alguno de esos paleoprogres es de mis días, y no recuerdo haberlo visto en la calle ante los grises, con el corazón en la boca, porque lo peor no eran los palos sino que te cazaran, ellos o los de la Brigada Social, más tarde, en casa, y te enchironaran, como nos pasó a más de uno.
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