Yo no fui a ver la película Tiovivo por fundadas sospechas que me confirmó un comentario de Alonso de los Ríos al decir que “es un canto al pueblo vencido”, pero que “no ofrece unos elementos mínimos que hubieran permitido hacer una valoración crítica (una crítica, en definitiva) de la causa por la que luchó la izquierda y por la que fue derrotada.” Quiere esto decir que la película de Garci es, cómo no, una censura más del franquismo, no por más sutil menos insidiosa que la que prodigan otros insignes colegas suyos. La “corrección política” está asegurada, pero es, por desgracia para el cineasta, la “corrección política” que suele hacer suya la derecha vergonzante.
Yo tengo hacia el cine español actual todas las reservas del mundo, ya que, desde el “cumplimiento de las previsiones sucesorias”, se adelantaría a la televisión en la meritoria labor de adoctrinar a las masas contándole la mitad de la historia o, lo que viene a ser lo mismo, la historia al revés. La máquina de propaganda de la democracia funciona con un lubricante: la baba antifranquista, y no hay cineasta en los últimos tiempos que no haya pasado lo que yo llamo “la prueba de la baba”. Garci se sometió muy pronto a esa prueba con una película que creo se llamaba Volver a empezar, título muy atinado en el umbral de un sistema que consistía en “volver a las andadas”. En ellas estamos.