¿Podría yo decir, cuando exhorto a mis alumnos a mantener limpia el aula, hablar con decoro o hacerlo cuando es su turno, que les transmito valores propios del Reglamento del Centro? ¿Valores reglamentarios? Esas conductas figuran en dicho reglamento como hábitos a adquirir, claro, pero no es de allí de donde emanan las virtudes en que se fundan. Son hábitos dirigidos al perfeccionamiento de nuestra condición humana, y no los crea ni un papel ni un comité de sabios reunido para la ocasión. Digo esto a propósito de los valores constitucionales que Esperanza Aguirre dijo querer transmitir a los escolares de Madrid, en lugar de los propugnados en esa famosa guía ministerial, ya saben, la que contenía el tebeo de los cuarenta maricones (sic: ya sé que sólo los gay parecen autorizados para denominarse a sí mismos con tan rotundo vocablo, y de hecho lo hacen con frecuencia).
Valores constitucionales y occidentales, dijo en concreto la reelegida presidenta de la Comunidad madrileña. Algo titubeó, y apuesto a que no se atrevió a decir cristianos en atención a la libertad religiosa que consagra nuestra constitución (cosa en absoluto censurable, dicho sea de paso). Pero no necesitaba acudir a una carta, por magna que sea, para eludir la referencia confesional. El concepto de valor es de orden moral, y lo moral no se establece por decreto ni por referéndum. Los valores que se citan en la Constitución (libertad, justicia, igualdad...) son recogidos por esta como expresión de su voluntad de servir a las personas, erigidas en ciudadanos; pero son, como diría Calderón, patrimonio del alma. Por otro lado, esos valores son occidentales sólo en la medida en que es en Occidente donde de modo más universal han sido reconocidos; y lo han sido gracias a ese conjunto de creencias que la presidenta no llegó a nombrar. Pero no hace falta tampoco referirse al Cristianismo como fuente última de la justicia, la igualdad o la libertad. Basta con aludir a lo humano, o quizá a lo espiritual. Pero, ¿cumpliría este concepto con la necesaria corrección política?