Poesía sefardita: Juan Gelman

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A Juan Gelman, último Premio Cervantes, lo conocí cuando ambos nos ganábamos la vida en los organismos internacionales y de él conservo un libro que me dedicó y él debe de conservar, además de otro que le dediqué, un poema surgido de estos intercambios y que titulé Un duque en Buenos Aires. El libro que de él conservo es un librito tan valioso como humilde. Se titula Com/posiciones y está dedicado a José Ángel Valente. En él, Gelman no pretende otra cosa que hacerse eco de toda una tradición de poesía sefardita, que no se limita a traducir y poner al día sino que dialoga con ella y lo hace con un gran decoro.
 
El poema que abre el libro se llama La puerta y es de Salomón Ibn Gabirol, y a él se dirige Gelman diciéndole con acento porteño: abrí la puerta/ amor mío/   levantá/ abrí la puerta/ tengo el alma pegada al paladar… Y justamente en el libro que yo le había dado glosaba la Sexta palabra de Cristo en la cruz en los términos siguientes: En la garganta seca como teja,/ en la lengua pegada al paladar… Está claro que mis fuentes eran las mismas de Ibn Gabirol y de Juan Gelman y que no teníamos más remedio que reconocernos en la común filiación judeocristiana.
 
Muchos son los años que ese librito, que no llega a las setenta páginas, ha pasado escondido entre otros lomos más anchos en mi biblioteca, y hoy que lo busco y lo encuentro, me deslumbra el fulgor de todas y cada una de las com/posiciones que incluye, trocitos de carbón que el tiempo ha cristalizado en durísimos diamantes. Tomo uno al azar, de Samuel Hanagid: daría mi vida por / la que arpas y flautas despertaran/ en mitad de la noche/ y me viera/ con la copa en la mano/   y dijera/ “tu vino está en mi boca”/ y la luna parecía una C/ con tinta de oro escrita/ en las paredes de la noche.  Aunque sólo fuera por habernos acercado a estos poetas tan remotos y tan nuestros, bien se merece Juan Gelman su corona de laurel.

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