Bien conocido es el extraordinario éxito, tanto en términos de eficacia como de sostén popular, que han alcanzado en El Salvador la política adoptada por su presidente Nayib Bukele contra las pandillas de malhechores que asolaban al país. Habían llegado a convertir a El Salvador en el país con mayor índice de homicidios de toda América. Bukele, con sus durísima represión contra tales bandas de asesinos y extorsionadores (80.000 son los que están actualmente detenidos), ha conseguido que el país se convierta en un remanso de paz y sea el que cuenta con el menor índice de homicidios por habitante de todo el continente americano.
Muchos son quienes tanto en América como fuera de ella desearían que un Bukele viniera a poner orden en la devastación en la que están sumidos sus países. Se alegrarán, pues, los mismos al ver que el ejemplo de Bukele está empezando a cundir en el otrora parangón de la socialdemocracia liberal que era Suecia. Y que, en parte, ya ha dejado de serlo a causa de la devastación en que la invasión migratoria —acogida y fomentada por el buenismo socialdemócrata— ha sumido al país.
Ante ello, Demócratas de Suecia, el partido de la derecha identitaria gracias a cuyo apoyo exterior se mantiene en pie el actual gobierno, ha presentado 43 propuestas al más puro estilo Bukele para combatir el crimen organizado en Suecia.
Entre dichas propuestas se encuentran las siguientes:
- restricción de alimentos para todos los criminales integrantes de pandillas
- bloqueo de prestaciones sociales para los delincuentes
- expropiación de bienes y propiedades si no pueden demostrar que las han adquirido lícitamente
- prohibición de participar en política
- grilletes electrónicos obligatorios
- toques de queda (para delincuentes que ya hayan cumplido su pena) en momentos críticos para la seguridad en las calles
- prohibición de acceder a determinados comercios y lugares públicos
- deportación obligatoria para los delincuentes extranjeros
- cadena perpetua a partir de 15 años de condena
- arrestos preventivos
- intervenciones telefónicas secretas a los familiares de los delincuentes
- privación de ventajas sociales para los familiares de criminales pertenecientes a pandillas
- correccionales de disciplina militar para los delincuentes de 15 a 18 años
- reubicaciones forzadas o retirada de subsidios sociales a los padres de menores condenados
Tales son las principales de estas «antidemocráticas» medidas, como seguramente serán calificadas por quienes han abierto las puertas del país al crimen y a la suplantación de la identidad nacional.
También en Argentina
El ejemplo dado por El Salvador no se acaba sin embargo en Suecia. También la Argentina de Javier Milei empieza a adoptar medidas «a la Bukele». No llegan todavía tan lejos como las que preconizan los Demócratas de Suecia, pero todo es empezar. De momento, las primeras medidas adoptadas en tal sentido consisten en que el trabajo de los presos en las cárceles dejará de ser voluntario para pasar a ser de carácter obligatorio. ¿Qué razón hay, en efecto, para que quien ha delinquido contra la sociedad tenga que ser, además, gratuitamente nutrido y albergado con los dineros de esta misma sociedad?
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Y, de nuevo, gracias a todos por anticipado.
Javier Ruiz Portella
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