“Lo único que los hombres no desean es la libertad, y no por otra razón que ésta: porque, si la deseasen, la obtendrían” (Étienne de la Boétie en ‘La servidumbre voluntaria’).
Es la indudable atracción, la belleza de la mujer lo que lleva al hombre a enredarse en los combates de la eterna guerra de los sexos, nunca acabada, nunca ganada.
Si algo bueno tiene la “educación” woke es que los artistas más valorados son Rothko, Pollock y Mondrian, no los devaluados machirulos de Ticiano, Rubens o Rembrandt.