Es la indudable atracción, la belleza de la mujer lo que lleva al hombre a enredarse en los combates de la eterna guerra de los sexos, nunca acabada, nunca ganada.
“Rusia es un país ortodoxo que profesa valores tradicionales. Por eso debe ser destruida sin importar el precio que paguemos” (Jamie Raskin, miembro de la Cámara de Representantes por el partido Demócrata).