Con la exhumación de Franco, el poder laico pretende imponer al poder eclesial su vengativa arbitrariedad, su "ley" transitoria, efímera, sumisa al capricho de las masas y de la propaganda.
El gobierno de Berlín, movido por unos remordimientos centenarios, ha decidido declararse culpable del genocidio de los hereros y los namaquas en el lejano 1904.
La cancelación del concierto de Luis Pastor y su hijo ha dado un poco de vida a la crema de la intelectualidad de izquierdas, anquilosada por cuatro décadas de plácido monopolio cultural.
A partir de la fecha de la sentencia se puede considerar a los varones como delincuentes potenciales y sujetos a todo tipo de arbitrariedades por parte de los poderes públicos, siempre que medie una denuncia femenina, por absurda e inmotivada que sea.