¿Cómo resistirse a tomar la pluma cuando uno ve bajar del avión a Antonio (es decir, a un tal doctor Sánchez) con una guayabera que parece sacada del fondo de armario de Fulgencio Batista?
No dejemos que Sánchez y Feijoo nos hagan aún más fea la vida, tan desagradable y espesa como ellos, burócratas de medio pelo que pasarán al olvido mucho antes que Jane Birkin o Stefania Sandrelli.
Una obra de crítica cultural absoluta, una guía y una disección completa, extensa e intensa de las manifestaciones intelectuales y artísticas del tiempo presente.