He leído con suma atención la Tercera de ABC en la que Esperanza Aguirre propone restaurar en España el Bachillerato clásico y humanístico. Es una propuesta por la que siento una viva simpatía. En general, Esperanza Aguirre me cae bien: es una de las pocas figuras políticas que se atreve a decir lo que piensa y que hace propuestas originales y arriesgadas.
Primero Disneylandia en París, ahora Las Vegas probablemente en Madrid. La cultura fast food estadounidense prosigue, al parecer imparable, su conquista de la vieja Europa. En Viena, los cafés Starbucks, fabricados en serie y extendidos hoy por todas las grandes metrópolis del mundo, triunfan sobre los míticos cafés vieneses, tan amados por el gran Stefan Zweig. Verdaderamente, los signos de un inminente apocalipsis se multiplican y precipitan ante nuestros espantados ojos.
Una de las mayores miserias espirituales de nuestro tiempo reside en la alienación en la que vivimos respecto a nuestro entorno urbano. El hombre occidental de nuestros días mantiene una relación abstracta y vacía con la ciudad en la que vive. Normalmente, sabe poco de su historia, y sobre todo del profundo conjunto de significados que, con gran frecuencia, se esconde en sus monumentos, en sus calles, en sus plazas, en sus fuentes, en sus iglesias, en sus edificios oficiales.