La democracia en España toca a su fin, al menos tal y como la conocemos. Una democracia no puede ser lo que es si no la respaldan ciudadanos ejemplares.
2020 será el fin de muchas cosas. Dejará una huella aún mayor que la de 1989 o 1968. Hay que remontarse a 1945 para encontrar una encrucijada tan relevante.
La plaga del coronavirus, cuyas consecuencias apenas hemos empezado a paladear, nos ofrece una ocasión inmejorable para cambiar nuestra desquiciada forma de vida.