En la oda actual hacia la fealdad y lo materialmente insustancial, cabe preguntarse qué ha sido de la belleza y la sacralidad que permitían a la humanidad identificarse con el origen y fin de todo.
Entre las muchas ideas existentes sobre el origen de los reses bravas, la más convincente parece ser que los primeros antepasados eran originarios del valle fértil que formaban los ríos Tigris y Éufrates.