Documento en sánscrito

Viejas lenguas vivas

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Cuatro son las lenguas vivas más viejas. De las que se hablaron en la espalda de los tiempos no queda ni una hebra. De las primeras que se escribieron sabemos que los jeroglíficos egipcios ya se estampaban en piedra en el 3.200 a.C. y la escritura cuneiforme de Mesopotamia ya se punteaba en tablillas de arcilla en el 3.100 a.C. El sumerio vivió unos once siglos, pero se discute si no fueron algunos más. El egipcio, treinta y seis, si bien muy probablemente hablamos de más de una lengua porque difícilmente el idioma de los últimos tiempos del imperio se parece a la de los primeros.

El fenicio, lengua del mediterráneo, estuvo vivo desde el XII a.C. hasta el V d.C., unos diecisiete siglos. Un poco más viejo murió el latín hablado, que el escrito, mucho menos permeable a los cambios, permaneció hasta épocas recientes. Las cuatro lenguas actuales ancianas superan los treinta siglos, siempre que no nos equivoquemos al apreciar el parecido, relativamente importante, de sus versiones antiguas con las modernas. Todas ellas conservan el mismo alfabeto con el que iniciaron su andadura, pero ninguna de ellas pudo utilizar el latino porque sencillamente no existía cuando se empezaron a escribir.

La veterana lengua china cuenta con más de treinta y cinco siglos, una edad extraordinaria. Y podría ser más si los textos en ideogramas de hace unos cuatro o cinco mil años estuvieran más emparentados con la lengua actual. Su registro escrito ininterrumpido se extiende desde el segundo milenio antes de Cristo hasta hoy. Desde el VI a.C. al X d.C. desarrolló la larga edad de oro de la lengua y literatura chinas. Es el florecimiento y expansión de las artes y la filosofía. Fue empleada como prestigiosa lengua vehicular en Japón, Corea y Vietnam. A mediados del siglo XX, con la caída de la monarquía y la fundación de la república se simplificó la escritura para facilitar la enseñanza. Taiwán no se sumó a los cambios. El chino es la lengua actual con mayor número de hablantes monolingües. Aunque mal conocida en fuera de su ámbito, es probablemente la lengua más sólida de la humanidad además de la más antigua que sigue viva.

La primera lengua en modernizar la escritura fue el griego. Desglosó los signos en vocálicos y consonánticos y se simplificaron las normas con un escaso número de signos. Aquel alfabeto (alfa y beta son sus dos primeras letras) además de seguir siendo útil treinta y cuatro siglos más tarde, sirvió de inspiración para el abecedario latino (a, be y ce son sus primeras letras) y al azbuka cirílico. Aprender a escribir había sido un quebradero de cabeza hasta los griegos, que se inspiraron en la escritura silábica fenicia, y la mejoraron. El griego llegó a ser el inglés de su época, la gran lengua cultural y vehicular. Su canon literario inspiró a todas las literaturas de occidente. Los griegos de hoy añaden a su lengua materna un alto nivel de inglés, lengua de la que se sirven para cubrir otras necesidades de comunicación, especialmente culturales.

¿Quién reconoce hoy que Nápoles, Grenoble y Estambul contienen la misma palabra griega, poli, polé, ciudad? En Nápoles se une a neos, nuevo, pasa formar algo así como *Neospolis y se simplifica en Nápoles. En la época del emperador Gracián y en su honor se fundó la ciudad de Gratian Polis, que con el tiempo se redujo a Grenoble. Cuando Constantinopla (Constantino Polis) cayó en poder de los turcos, la gente de otras partes del imperio utilizaba la expresión griega eis tan polin, a la ciudad, que se fusionó en Istanpolin y más tarde Estambul, su nombre actual.

El hebreo ya ha alcanzado los treinta y tres siglos de historia, pero no siempre estuvo vivo como lengua de comunicación oral, aunque sí escrita y de uso en textos culturales y litúrgicos. Es, según los judíos, la lengua sagrada escogida por Dios para transmitir su mensaje a la humanidad. Hoy es oficial, junto al árabe, en Israel, pero no cuenta con hablantes monolingües. Aunque existen diferencias entre el hebreo antiguo y el moderno, el parentesco y la continuidad de identidad permite decir que estamos ante el mismo idioma en escritura, en léxico y en estructuras gramaticales. El responsable de la resurrección, después de que durante siglos hubiera abandonado la transmisión generacional, fue Eliezer Ben-Yehuda, que reactivó la lengua antigua para que los israelitas pudieran servirse de ella en la comunicación diaria. La necesidad de un lenguaje común para el judaísmo comenzó a ser entendido por muchos que aceptaron el proyecto de Eliezer Ben-Yehuda. El hebreo está vivo en Israel, pero la realidad es que el inglés riega la vida diaria de la patria de los judíos.

El texto más antiguo escrito en sánscrito es anterior al año 1.000 a.C., de manera que esa lengua sagrada y perfecta cuenta al menos con treinta siglos de vida. Es oficial en la India, una entre los 22 idiomas reconocidos en el vasto país, que no son sino una pequeña selección de los que existen. Sirve el sánscrito para la comunicación en algunos medios y es lengua vehicular de cultura, incluso oral, algo parecido al latín en la Edad Media. Está al servicio de los ritos hinduistas en forma de himnos y mantras, y también del budismo y jainismo. Pur, पुर, o pura, पूरा, en alfabeto devanagari, se traduce como ciudad. Aparece como sufijo, -pur, en la toponimia de la ciudad india de Jaipur, la nepalí de Bandipur y la ciudad estado Singapur. El compromiso del sánscrito con la religión y la cultura puede prolongar su vida, pero no multiplicará el número de hablantes porque carece de usos monolingües. El hindi y el inglés resultan casi imprescindibles.

El vascuence, de cuyo origen o relación con otra lengua ignoramos todo, pasa por ser en opinión generalizada, una lengua muy antigua, si bien de su pasado no sabemos nada hasta 1545, fecha de su primer texto escrito. Bien podría ser la única superviviente de una desconocida familia extinguida, pero tampoco lo sabemos. Sí conocemos su larga tradición de ambilingüismo, es decir, de vascófonos que se sirven de otra lengua, pero nada acerca de sus parecidos con lo que fue hace mil años.

Chino y sánscrito en oriente, griego y hebreo en occidente son, en definitiva, las cuatro grandes lenguas de la humanidad y los pilares de la literatura universal.

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