TeleVenganza

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Si usted ve en televisión alguna cadena de RTVE —la de Rosa María Mateos, Pedro Sánchez y las expertas en igualdad de Unidas y Tal, e incluyo en el paquete a la teóricamente dedicada al deporte, llamada precisamente por eso Teledeporte—, recibirá el mensaje machacón, persistente, casi obsesivo, de que vivimos en un país donde las mujeres son sistemáticamente asaltadas, maltratadas, golpeadas, asesinadas por el hecho de serlo. Se descubrirá habitante de una sociedad enferma, degradada, en la que cada media hora se produce una agresión sexual, cada seis horas una violación, cada nueve días un asesinato machista causado por un sistema “patriarcal” que, al parecer, funciona como una especie de organización paraestatal perfectamente organizada y cuyos fines son, sin tapujos, matar a cuantas más mujeres mejor.

Recibirá el mensaje de que la miseria campa a sus anchas en nuestras ciudades, el hambre hace estragos en la infancia, las enfermedades propias de entornos famélicos se propagan meteóricamente, las familias son desahuciadas de sus hogares...

Recibirá el mensaje de que la miseria campa a sus anchas en nuestras ciudades, el hambre hace estragos en la infancia, las enfermedades propias de entornos famélicos se propagan meteóricamente, las familias son desahuciadas de sus hogares para satisfacer las ansias de rapiña de perversos oligopolios dedicados a la especulación inmobiliaria, los parados desesperan, las organizaciones caritativas administran bancos de alimentos para socorrer con urgencia los casos más severos… Los jubilados cobran pensiones de miseria y seguramente, en pocos años, dejarán de percibir cualquier cantidad que no sea la pura limosna del Estado.

 Recibirá el mensaje de que nuestro medio ambiente se degrada a ritmo apocalíptico, los plásticos venenosos invaden los alimentos vegetales y animales con potestad absoluta, como una plaga incontenible y letal a medio plazo; el cambio climático nos tiene condenados a sufrir temperaturas inhumanas en verano y en invierno, los polos se derriten, las especies se extinguen, la vida se apaga lentamente en el planeta y, naturalmente, en nuestro desdichado país, la mitad arrasado por los incendios y la otra mitad contaminado por el plomo de la munición de los cazadores que persiguen y abaten cualquier forma de vida al aire libre con más de una pata o más de un ala.

 Recibirá el mensaje de que las agresiones homófonas y racistas están a la orden del día, del rechazo irracional a los inmigrantes y refugiados, la muerte alevosa de muchos de estos infelices en aguas mediterráneas —generalmente por culpa de las autoridades que no se ocupan de custodiar sus periplos y atenderlos como es debido—; se enterará de que las libertades democráticas elementales, incluida la de expresión, están más que cuestionadas por la “censura” a “artistas”, raperos, cantantes y demás florinata de la escena que tiene vocación de denunciar este sindiós en el que tenemos la desgracia de vivir. Incluso, según qué programas, tendrá noticias de que en España hay “presos políticos”, y comprenderá que manifestarse con la bandera española en Cataluña, el País Vasco y algunos otros puntos de la geografía patria es una provocación que conduce a la violencia y genera el comprensible rechazo —por supuesto violento—, de los ofendidos.

 Si usted ve cualquier canal de RTVE fuera de España, quiere eso decir que usted está abonado a alguna plataforma de pago, porque el único servicio gratuito que ofrece el Ente a los españoles más allá de nuestras fronteras es TVE Internacional, a la que sus sufridos espectadores, cariñosamente, llaman TeleVenganza. Y todo ese discurso de miseria, racismo, invisibilidad de los más vulnerables, clasismo, injusticia, violencia machista, atentados al orden ecológico… le caerá encima como una losa de mármol en el cementerio de las buenas intenciones, la vana ilusión del/la españolito/a que se encuentra de turismo o trabajo en cualquier rincón del mundo y se dice, todo candor: “A ver cómo van las cosas por casa”. Peor, imposible.

 Si usted deja de sintonizar RTVE y decide pasar el rato con otra cadena, puede que la imagen de nuestro país le resulte un poco menos tremebunda y, sobre todo, más reconocible. O no. Pero al menos lo habrá intentado.

 La televisión pública en manos de Sánchez y Mateo es más inteligente de lo que parece y bastante menos de lo creen sus administradores. No adoctrinan: sencillamente atosigan con la lupa puesta en los asuntos que interesan a su propósito y el subrayado en los datos que les convienen. No mienten: sólo tergiversan. No manipulan: omiten. No degradan el oficio periodístico ni el concepto de información objetiva en una sociedad democrática… Eso lo dejan en manos de periodistas “convencidos”, quienes muy gustosamente les hacen el trabajo.

 Y así hasta que se cansen. Es decir: hasta siempre, teniendo en cuenta cómo está la correlación de fuerzas políticas, las perspectivas de nuevo gobierno y el entusiasmo con que repiten cada día su descenso a los infiernos de lo cotidiano, su Divina Cadena Perpetua.

 Que todo ello se pague con dinero de todos los españoles, ya es cuestión de otro cariz, otra parte de la asignatura por así decirlo. Mientras Jordi Hurtado siga adelante con su concurso de Saber y ganar, siempre quedará vigente el principio indiscutible: RTVE es un servicio público. Y lo público, como dijo Carmen Calvo en un día especialmente inspirado, no es de nadie. De usted no, desde luego. 

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