JOSÉ JAVIER ESPARZA
Aplíquese el esquema de un juego:
Opción A: El pastor reacciona y despierta al perro.
Las leyes están para cumplirlas, y el Estado, para hacerlas cumplir. Privilegio del Estado es el recurso a todos los medios legales, incluida la fuerza, para restaurar el orden. La Constitución, incluso en su menesteroso estado actual, posee mecanismos que permiten desarbolar una ofensiva separatista. El Tribunal Constitucional es el órgano adecuado para impedir que se desmantele el sistema.
Ahora bien, ¿será posible despertar al perro guardián? En los últimos años, todas las instituciones protectoras del Estado, desde los tribunales ordinarios hasta el Constitucional pasando por el Ejército y la misma Corona, han sido sometidas a un intenso tratamiento somnífero. Es difícil creer que vayan a despertar por un simple gesto del pastor. En todo caso, si lo hicieran, ¿podrían enfrentarse al lobo sin enfrentarse a la vez al pastor?
Opción B: El pastor, seguro de sí, se enfrenta en solitario a los lobos.
Es perfectamente posible que Zapatero, endiosado, crea tenerlo todo bajo control. En ese caso, confiará en jugar sus cartas de aquí hasta las próximas elecciones de marzo, buscando tiempo para neutralizar la ofensiva separatista, cambiando y recambiando alianzas, sustituyendo a unos aliados (nacionalistas) por otros (nacionalistas también), en la convicción de que, en un momento dado, será posible cerrar el proceso de cambios para satisfacción de todos y, sobre todo, de sí mismo.
Ahora bien, eso es minusvalorar el poder de los lobos, su deseo de hacer presa. Nunca como hoy habían estado tan cerca de devorar al rebaño entero. Es ridículo creer que vayan a echarse atrás por su propia voluntad. Esto hace más probable una tercera opción:
Opción C: El pastor se reparte el rebaño con los lobos.
En el fondo, no es un paisaje tan distinto al que ya se va presentando: un reparto de hegemonías que asegure a los secesionistas el poder en sus propios territorios, con mayor o menor participación socialista, y que al mismo tiempo garantice al PSOE una mayoría permanente en las Cortes y, por tanto, en el Gobierno de España.
Ahora bien, ¿quién puede asegurar que los lobos se contentarán con eso, que no seguirán reclamando para sí el conjunto del rebaño, hasta la satisfacción completa de su apetito? Y por otro lado, ¿el rebaño se dejará comer sin resistencia?
Opción D: El rebaño se subleva.
Puede ocurrir, ¿por qué no? El rebaño, adormecido por el runrún mediático y las palabras hipnóticas de la paz y la prosperidad, despierta de repente y decide despabilar al perro guardián, enfrentarse a los lobos y expulsar al pastor. El milagro tiene una fecha: las próximas elecciones generales. Hoy por hoy, es la única alternativa democrática a la galopante anemia nacional.
Ahora bien, ¿acaso eso no exigiría de la sociedad española unas fuerzas, un vigor, una conciencia cívica completamente improbables? ¿Por qué habría que confiar en que despierte una sociedad que hasta ahora ha permanecido muy mayoritariamente dormida? El rebaño parece muy a gusto durmiendo. Eso lo sabe el pastor y, sobre todo, lo saben los lobos.
Elija usted la opción que le parezca más probable. Cualquiera de ellas es factible. Lo peor es que, en este paisaje, dan ganas de volverse lobo. Y comerse al pastor.