El insulto de la gala Drag Queen de Las Palmas a la civilización cristiana es mucho más que una simple "provocación". Es posible creer o no, por supuesto, y nadie entrará a juzgar eso, pero la profanación deliberada es algo que va mucho más allá de la creencia personal. Por un lado, objetivamente, es una agresión extrema a la libertad de culto. Por otro, ideológicamente, es una declaración de guerra a una forma de entender la civilización. Que esto se haya hecho en ámbito público, con dinero público, amparado por poderes públicos (el PP, por cierto, cómplice) y en un canal de TV público añade aún más oscuridad al asunto. El poder —porque esto es el poder— ha declarado la guerra a los fundamentos de nuestra propia cultura. Ergo: o defensa, o derrota. No hay más.
A propósito de la mamarrachada Drag Queen de Las Palmas
Estamos en guerra
El poder —porque esto es el poder— ha declarado la guerra a los fundamentos de nuestra propia cultura. Ergo: o defensa, o derrota. No hay más.
El insulto de la gala Drag Queen de Las Palmas a la civilización cristiana es mucho más que una simple "provocación". Es posible creer o no, por supuesto, y nadie entrará a juzgar eso, pero la profanación deliberada es algo que va mucho más allá de la creencia personal. Por un lado, objetivamente, es una agresión extrema a la libertad de culto. Por otro, ideológicamente, es una declaración de guerra a una forma de entender la civilización. Que esto se haya hecho en ámbito público, con dinero público, amparado por poderes públicos (el PP, por cierto, cómplice) y en un canal de TV público añade aún más oscuridad al asunto. El poder —porque esto es el poder— ha declarado la guerra a los fundamentos de nuestra propia cultura. Ergo: o defensa, o derrota. No hay más.
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