La mayor manifestación por Cataluña y por España desde la instauración del actual Régimen
Societat Civil Catalana, convocante de la gran manifestación, lo hizo todo de forma impecable. Pero se equivocó en un destalle. Se negó a caer en la guerra de cifras y no efectuó ninguna evaluación del número de manifestantes. Elegante, digna actitud, pero nefasta cuando se lucha contra quienes se lucha. Consecuencia: los periódicos sólo dan las cifras comunicadas por la policía : 38.000 personas (8.000 más de los que dieron el año pasado). "Nos quedamos cortos –nos dicen amigos presentes en Barcelona– si lo dejamos en 100.000 personas". Un éxito clamoroso cuando, desde hace casi 40 años todos los medios de comunicaciòn propagan constantemente el odio contra España.
Así relata lo acontecido nuestro corresponsal en Barcelona, Pere Serrat.
Después de un “TV3 se ha equivocado: no llueve” –en alusión irónica a que los servicios meteorológicos del canal habían machacado reiteradamente con que llovería a mares–, José Rosiñol, vicepresidente de Societat Civil Catalana (SCC), ha resumido la realidad de lo que sucede hoy en Cataluña: los no secesionistas son mayoría aplastante, a pesar del engaño propagandístico que afirma lo contrario; España no nos roba, ya que nos roban los que todos sabemos; y el silencio de los balcones resulta atronador: sólo un 1 o 2% lucen banderas separatistas, mientras que el resto no luce nada (tampoco banderas españolas: ¡cualquiera se atreve!…)
La manifestación se ha dividido en tres fases, perfectamente compartimentadas y con distintas intensidades emocionales y simbólicas.
1) La cita era a las 11:00 h en el cruce del Passeig de Gràcia con Provença, donde está La Pedrera. De ahí debían bajar los participantes hasta llegar a la Plaça de Catalunya para coincidir a las 12:00 h en el turno de parlamentos y presentaciones.
2) A las 11:30h, en la parte baja de la paseo se ha exhibido horizontalmente una bandera de cien metros de largo por veinticinco de ancho; una impresionante pieza que enlazaba la española con la senyera catalana en una solución de continuidad y que sostenían cientos de personas.
3) A las 12:00h, y durante 60 minutos, han hablado distintos miembros de SCC, entre los que ha destacado Joaquin Coll, su vicepresidente primero, que ha elevado la temperatura del ambiente al afirmar que “no pertenecemos a España en un sentido posesivo, ya que España es tan nuestra [de los catalanes] como lo es de los andaluces o de los asturianos”, y que “con la independencia no tenemos nada que ganar y sí mucho que perder; y que “estamos bajo un régimen de engaño, falsedad y estafa democrática.
Le ha seguido la vicepresidenta Susana Beltrán, que ha visto ensombrecido su parlamento, ya que Albert Rivera, líder del partido Ciutadans/Ciudadanos, estaba intentando acercarse a la primera fila y no lo dejaban las personas que se hacían selfies con él, le estrechaban la mano o le gritaban “Rivera President", algo que entra del orden de lo posible cuando, quemadas las naves de Convergència y Esquerra, el PP y los socialistas hayan dejado de pactar con ellos.
Después, ha asombrado la muy mitinera intervención, también alternando catalán y castellano, del presidente de la entidad, Josep Ramon Bosch, que a partir de la reivindicación de que España es de todos, ha incidido en que “se produce un debate dramático entre ciudadanos, ya que los secesionistas quieren que partamos nuestro país”, así como que “Cataluña es plural y un lugar de encuentro”, “no haciendo falta enemigos para sentirse y ser catalán”.
A dicha intervención ha seguido un imaginativo turno de brevísimos parlamentos de distintas personas que encarnan la realidad catalana: desde un desempleado de Badalona, o personas hispanoamericanas que han reafirmado su amor por España y han recordado la reciprocidad y otros valores sentimentales, religiosos, culturales e idiomáticos que nos unen; o una polaca de Polonia (ya saben la guasa que hay con lo de que los catalanes somos ‘polacos’) quien ha recordado que Europa nos une y no son tiempos de trocearla más; o un natural del Valle de Arán, que ha iniciado su turno en el dialecto aranés –lo que ha desconcertado a no pocos asistentes– y ha reafirmado la españolidad de aquel bello territorio pirenaico.
En otra longitud de onda, ha sido potente la visión del doctor Ortega-Monasterio –hijo del famoso compositor de habaneras– que ha puntualizado que “es mentira que España no nos quiera”, y que incluso un poeta tan cotizado en entornos catalanistas como lo fue Salvador Espriu, en su día aludió a Sefarad [España en hebreo y para los judíos] como una realidad incuestionable.
Igualmente ha sido impecable el juego de palabras del escritor Ignacio Martínez de Pisón, que como buen aragonés ha marcado los ‘no límites’ existentes entre los pueblos de España, reivindicando que un malagueño como Picasso era del mismo sitio que un pintor como Goya… y que nadie puede separar lo que es inseparable. Finalmente, antes de que la organización cediera los micrófonos a los representantes del Partido Popular catalán, a Ciutadans/Ciuidadanos y a UPyD, se ha pedido que todos los asistentes escucharan por los altavoces el himno nacional español, algo que ha creado una atmósfera inenarrable, con todo el mundo ondeando las miles de banderas mientras resonaban las notas del himno que no se oye jamás en ningún acto público en Cataluña. Al mediodía, como no podía ser de otra manera, la cobertura dada por TV3, el canal oficial, ha sido la esperada y sospechada, de la cual no hace falta hacer comentarios.
Señalemos por último que los gritos más repetidos han sido: ¡els Pujol a la pressó! [¡los Pujol a la cárcel!]; ¡Visca Espanya y Viva Cataluña! (mezclando ambos idiomas) y ¡Cataluña es España!