Cierto sentido romano de la vida y del poder…

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 Cierto sentido romano de la vida y del poder, me indica interiormente, me dice claramente que es justo castigar a quienes vayan en contra de su comunidad, de su gente, de la sociedad, de la civitas. Me parece lógico que una comunidad organizada en torno a sus criterios valorativos, a su tradición, en suma: a las jerarquías orgánicas asumidas por un pueblo las defienda, aún celosamente. 

Es justo que así sea. Lo que nunca pude entender ni creo que vaya a comprender jamás y me repugna, es esa necesidad de algunos de avanzar sobre los espíritus, de ordenar el interior de las personas en orden a un dogma unitario, totalitario, absoluto. Y me repugna en cualquier caso. El fanatismo religioso anula al hombre y deja sin efecto sus búsquedas interiores ¿Qué habría de buscar una persona ocupada en proclamar, en imponer, en uniformar las almas por dentro según criterios inamovibles?
 
Cortar la mano a un ladrón es sin duda bestial ¿Pero no lo es más prender fuego a los cuerpos para meterse en las almas? O apalear, o apedrear, o cercenar libertades interiores de cualquier clase. Las persecuciones religiosas como forma de totalitarismo no se conforman con sustraer al perseguido su libertad material y ambulatoria, necesitan meterse dentro de la persona y quitarle la libertad más preciada del hombre, lo que hace que la persona sea tal: me refiero a la libertad espiritual, al criterio, al sentimiento, al sagrado intento de cada uno por resolver lo que es muy difícil de resolver, sobre todo con una llama debajo de los pies.
 
Esa imposición tan cara a los monoteísmos religiosos no puede claro atribuírse a los fieles           -aunque estos como masa enardecida hagan las cosas que hacen todas las masas enardecidas- sino más bien a las estructuras políticas de las organizaciones religiosas, que al parecer creen tener cada una de ellas el depósito de una verdad única e igualitaria para cada espíritu, le guste o no lo guste a cada cual. Es, digamos, una búsqueda colectiva depositada, como si la espiritualidad fuera dinero puesto en un banco que garatiza el interés de la luz eterna a cambio de una ciega obediencia. A la gente le gusta lo fácil, lo que da garantías de un resultado terrenal o supraterrenal con sólo creer en ese resultado. Así es el reino de dios, igual a la sociedad si clases de los marxistas. Nadie los ha visto, pero todos los progresistas saben que la historia va hacia ese lugar idílico indefectiblemente, al menos si la mayoría cree en él.
 
Yo no me meto en las almas ajenas, sólo tomo contacto con alguna de ellas cuando eso puede darse –y sabemos que no es frecuente- No digo que esté mal ser cristiano, ni islámico, ni judío. Es problema de cada uno. Si ser una u otra cosa es determinante políticamente, no lo será por la sincera búsqueda de las almas, sino por la cruel búsqueda del poder. Estoy sin embargo algo cansado y molesto de escuchar decir por ejemplo que los griegos –esos genios de la cultura y el pensamiento- solamente pensaron para preparar la venida de uno u otro de los dioses únicos que nos rodean, que su existencia y esfuerzo fueron para preparar algo que está por encima de ellos ¡Qué soberbia y ridícula afirmación! ¿No es eso insultar y ofender? ¿No es insultar y ofender decir “pagano” a alguien como si se estuviera escupiendo en el piso? ¿Por qué no dicen la verdad? Por qué no dicen: ésta es una lucha de poder entre dioses únicos hasta que quede uno sólo y se haga con la cosecha total de las almas para siempre. Y con las almas el resto, lo material claro está. Esa soterrada vigilancia que hace ser más o menos a una persona según la religión y las creencias espirituales que profese, suena demasiado a histeria controladora. Yo que soy pagano, no puedo sentir así. Después de todo, fuimos nosotros quienes en la antigua Grecia, desciframos las posibilidades del conocimiento sin necesidad de imponérselas a nadie. Después de todo, fuimos los paganos quienes sentamos las bases de todo aquello sobre lo que el hombre europeo cimentó su civilización. Por eso nuestro derecho defiende a la comunidad sin destripar las almas, que pertenecen a un orden que reconocemos ajeno. Y no es eso una falsa humildad hipócrita que esconde un interés, es solamente sentido común, la base sustancial del pensamiento, lo que nos aleja de la histeria masificante. Una histeria que en los que están arriba de cualquier estructura se llama control, ya sea este material o espiritual.

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