"—¡Bienvenido, doctor Cela, a nuestra Feria del Libro Latinoaméricano!
—¡Ah, no sabía que aún hablaran ustedes en latín!"
(Diálogo entre Camilo José Cela y sus anfitriones en una Feria del Libro de Guadalajara.)
"El pensamiento precede a la acción
como el relámpago al trueno"
Heinrich Heine
¿Qué es América Latina, además de un nombre inventado a la medida de los intereses franceses en un momento de la historia? Si latino es lo romano, como lo indica su etimología, no todo lo que se conoce como América Latina merece llevar ese nombre.
Por algún motivo extraño “Latinoamérica” hace pensar a menudo en lo “Indoamericano” y en luchas de liberación más relacionadas con el marxismo que con la cultura de Roma y su posterior herencia europea, recibida en América de un modo superlativo en algunos casos, pero no por eso de manera uniforme en todo el continente.
En rigor, la única capital realmente latina en el sentido clásico, ha sido en Sudamérica Buenos Aires, replegada hoy sobre sí misma y decadente, vaciada día a día de su antiguo sentido; ese sentido de destino eterno claramente apreciado y escrito por el gran Jorge Luis Borges cuando decía… “A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: la juzgo tan eterna como el agua y el aire”.
Seguramente el Imperio de Brasil haya heredado algo de esa latinidad. Pero yo no sé cuánto.
El sentido de orden, de justicia y de Estado que la descendencia europea hizo realidad en gran parte de América, hoy se pierde paradójicamente bajo la denominación de “América latina”, un nombre por lo demás erróneo si se aplica a la América indígena, que es por lógica la menos latina de todas.
Sin duda, Buenos Aires fue la Roma del Sur, y desde su centro la civilización grecolatina se proyectó sobre extensiones inmensas con un sentido legionario, que se pierde hoy entre la implacable devastación de las empresas multinacionales y la horda marginal que se adjudica a sí misma cierta ideología, pero sólo la necesaria para cometer sus delitos y vivir de subsidios aprobados y solventados por el capitalismo financiero internacional. En suma: algo mucho más sencillo de manejar y someter que un Estado romano organizado, que una América latina de latinos verdaderos, esos que dieron origen a la palabra, a la cultura y a la estirpe latina.