¿Para qué sirven los intelectuales?

Compartir en:

¿Qué se quiere decir cuando se dice que alguien es un intelectual? En este mundo tan propenso a las etiquetas, donde cada concepto debe estar en su casillero, se acostumbra decir cosas con un sentido ambiguo, como si se tratara de palabras inequívocas y autosuficientes.

 Intelectual es el que trabaja con su intelecto, o el que se supone que piensa más que los demás, o se dedica a actividades que tienen que ver con el pensamiento, y eso equivale en el mundo moderno a sabiduría, aunque no tenga nada que ver con ser sabio. Sabemos que un intelectual puede ser un perfecto estúpido que todo el día piensa pero nunca acierta a comprender nada y mucho menos a sentir profundamente una verdad ni a crear algo, ni siquiera a ser útil a su pueblo o a su país.
 
También podemos decir que nadie es solamente intelectual, de modo que la prevalencia del intelecto es relativa. Un tipo que pensaba mucho un día pasó a la acción y dejó de ser un intelectual.
 
La palabra intelectual más bien nos remite a una categoría del sistema que quiere decir algo así como los bien pensantes, los generadores de ideas, los que generan pensamiento porque tienen la habilitación que da la palabra intelectual otorgada oficialmente por los medios de comunicación, por las usinas de lo culturalmente correcto, por las universidades y por todo el andamiaje democrático progresista.
 
Por eso la palabra intelectual es tan miserable, porque se le adjudica a quien en general no difiere del pensamiento permitido. Si así no fuera se le diría de otro modo: reaccionario, oscurantista, anti igualitario, irracional, o directamente fascista. A veces he escuchado incluso, que cuando a alguien no se le puede decir fascista porque a todas luces no lo es, se le dice que es “funcional a la derecha” o a la “reacción”, sin dar más detalles ni explicaciones.
 
Es que en realidad, el progresismo igualitario es una fe como cualquier otra. Nunca sabremos porqué la izquierda es mejor a la derecha, si en realidad lo único que hace la izquierda es ser justamente “funcional” a los que a través de ella tratan de convencer a las masas que algún día todo estará bien, y que la explotación presente sólo es una demora del paraíso que vendrá.
 
Pero eso que no ocurre ni se sabe porqué se afirma, ellos, los intelectuales dicen que sí está ocurriendo y que en realidad somos más libres y felices, que cuando nuestras comunidades eran autosuficientes en su defensa y alimentación sin ir más lejos.
 
Una característica muy propia de los intelectuales es el abuso de la palabra ultra, todo lo que el intelectual quiere denostar para a ser ultra: lo más usado es el epíteto “ultraderechista”, pero también se puede ser “ultrarreaccionario”, “ultramontano”, “ultraconservador”, “ultracatólico”, “ultrafascista”, “ultranacionalista”. Eso me ha generado un cierto amor por el prefijo “ultra”, tanto que a veces hasta me suena simpático hasta eso de “ultraizquierdista”, porque como ultra quiere decir más allá de, pienso que todo “ultra” que se precie ha dado un paso fuera de la cancha marcada por los intelectuales, esos imbéciles profundos que no hacen más que repetir y repetir un catecismo de pésima calidad.

 

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar