La antología de Alain de Benoist: un libro que dejará huella

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Como  no podría ser de otro modo en una persona que ya empieza a ver lejana su juventud, la lectura ansiosa y apasionada del libro “Más allá de izquierdas y derechas” antología de textos de Alain de Benoist a cargo de Javier Ruiz Portella y editada por Áltera, me trajo a la memoria viejas luchas y mis primeras pretensiones intelectuales en orden a la política.

Me recordó cuando nuestros cursos de adoctrinamiento político comenzaban inculcándole a los asistentes un total desprecio por la división entre izquierdas y derechas, asumiendo una posición que en aquel entonces llamábamos tercerista (no se si hoy puede seguir llamándose de ese modo) y que no significaba una cómoda equidistancia centrista, sino una posición auténticamente superadora en orden al interés de los pueblos y a sus respetables identidades.
Pocas veces tenemos el privilegio de encontrar en la historia un pensador que sea además un estratega. Yo lo tuve casi en la niñez, porque el general Perón murió cuando yo era casi un niño. Aún así pude ser fugazmente su orgulloso soldado político aunque nuestra revolución era en paz, hasta que el sistema nos sacó de las ruinas de nuestro propio movimiento ya sin rumbo.
Cuando ese privilegio no existe por diversos motivos, debemos reconstruir como en un rompecabezas las ideas y la acción hasta lograr una unidad. Porque ni las ideas ni la acción viven por sí mismas, y es de Perogrullo afirmar que se necesitan mutuamente.
Pues con Alain de Benoist ya contamos con algo importante. Un pensamiento preciso sin tecnicismos innecesarios, que puede fluctuar entre la sociología y la poesía, entre la filosofía y la estrategia, entre la cultura y la necesaria flexibilidad geopolítica.Pero sobre todo es un pensamiento propio. No porque lo que él piensa no lo haya pensado nunca nadie, sino porque se nota de lejos que es un pensamiento profundo y sin dobleces, sin especulaciones políticas mezquinas, sin esas cuentas que todos dicen no sacar respecto de sus conveniencias o al número de adherentes, pero que casi todos finalmente sacan.
Es necesario que algunos pensadores y algunos escritores, atraviesen transversalmente un espacio determinado. No es un privilegio para ellos no encontrarse embanderados con un grupo o con un partido, es una necesidad. Eso deben comprenderlo los que luchan dentro de esos grupos o partidos respecto de personas como Alain De Benoist, que brindan generosamente su trabajo a toda una franja de resistentes al sistema. Por otra parte, nuestra desvalida resistencia no está para críticas mezquinas o destructivas.
Todos sabemos que siempre falta suficiente acción concreta, y que la lectura de un texto no implica que el lector no sea en el fondo el mismo tipo de hombre que dice combatir. En ese sentido y como aprendiz de poeta, debo rendir homenaje al texto “Veinticinco principios de “moral” que se encuentra también en el libro. Allí claramente se supera lo informativo formativo, para adentrarse en un costado poético filosófico que ya no alimenta tanto la especulación intelectual sino que va directamente al núcleo de la acción, que es siempre emocional y volitivo. Ese texto más que ningún otro de los elegidos para la antología, no es para cualquiera que sólo busque otro punto de vista o mera información.
El pensamiento trascendente es una energía indivisible de la acción que genera, por eso siempre odié esa frase hecha tan estúpida con la cual cualquier ignorante pretende desautorizar a un pensador que dice: -“es un teórico”. No hay “teóricos” puros como no hay “actuantes” puros.  En ocasiones de una acción poco pensada termina forjándose un pensamiento elevado, y a veces la maduración constante de un pensamiento trasfiere su energía a la acción concreta. No hay normas para eso.
Por último diré que leyendo este libro, cualquiera puede darse cuenta que nosotros somos los tolerantes. Convencidos sí, pero también tolerantes que no necesitan más que sus razones para andar por el mundo con la cabeza en alto. De esas razones, este libro es un clásico.
 

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