Aparece entonces la servidumbre voluntaria

Cuando se destruye el espíritu de comunidad

Todavía podemos enterarnos de algún modo de las cosas. O al menos de algunas cosas. Podemos por ejemplo enterarnos de que casi todo lo que comemos contiene algo que aumenta el riesgo de contraer cáncer, que los medicamentos y vacunas suelen no ser todo lo confiables que creemos o que deberían ser, que alguien fumiga el cielo con eso que llaman en inglés chemtrails, sin que sepamos bien cuáles son o pueden ser sus consecuencias. Sabemos que nuestra vida es vulnerable y está en manos ajenas, que depende de una red de poder incontrolable, lejana y casi desconocida.

Compartir en:

Todavía podemos enterarnos de algún modo de las cosas. O al menos de algunas cosas. Podemos por ejemplo enterarnos de que casi todo lo que comemos contiene algo que aumenta el riesgo de contraer cáncer, que los medicamentos y vacunas suelen no ser todo lo confiables que creemos o que deberían ser, que alguien fumiga el cielo con eso que llaman en inglés chemtrails, sin que sepamos bien cuáles son o pueden ser sus consecuencias. Sabemos que nuestra vida es vulnerable y está en manos ajenas, que depende de una red de poder incontrolable, lejana y casi desconocida.

Pero estaremos mucho más expuestos en el futuro, desde el implante de microchips hasta el control social esclavista que avanza cada día en forma de leyes ignoradas e incomprensibles. Todo cambia a una velocidad inusitada, y a menudo nos cuesta entendernos con nuestros propios hijos.

Pero al enterarnos de esas cosas y no reaccionar en absoluto, los que impulsan los cambios los aceleran. Es la lógica del poder. Nos muestran lo que pasa y luego, al no recibir respuesta, avanzan hasta un límite que se corre constantemente hacia adelante. 

Es de pensar que en otros tiempos, ante las cosas que ocurren, los vecinos hubieran ido aunque más no sea a preguntar al ayuntamiento. A preguntar sobre esas nubes en el cielo que no son nubes, a preguntar las consecuencias para la salud de ese fenómeno como de tantos otros fenómenos o sustancias o radiaciones. Se trataría de ejercer el mero instinto de conservación, algo que el hombre parece conservar menos que los animales.
 
Sin embargo nadie pregunta nada. No hay preguntas ni respuestas, de modo que podemos continuar avanzando hacia la total esclavitud consentida, o acaso deseada, porque la voluntad de poder de unos, solamente ocupa el lugar de la falta de voluntad de otros.
 
No hay reacción, no tanto porque el hombre individual sea mucho peor que antes, sino porque ante todo, ha decidido dejar de pertenecer a una comunidad. Y no existe otra forma de reaccionar que como comunidad. Siempre ha sido así. El individuo aislado no sólo es un consumidor, también es un esclavo. Es increíble ver cómo esto pasa, y no recordar lo que podían hacer cien o doscientos españoles en otros tiempos. Y no hace falta poner ejemplos históricos por todos conocidos.

Al parecer, las únicas comunidades de las que podemos formar parte son las virtuales, las que no pueden pasar a la acción, y me refiero a la acción dentro de las leyes, claro, que con eso bastaría si fuéramos una comunidad.

Algunos creen formar parte de su pequeña comunidad, fragmentando su gran comunidad histórica en pos de comunidades menores. Esos son los separatismos, que no casualmente se desarrollan con distintos matices en todo el mundo. Pero tampoco es que hagan eso para unirse en un gran proyecto nuevo, o en nada que resulte más grande de lo que destruyen. Lo hacen porque quieren asegurarse las migajas del sistema. Es solamente otra de las formas del individualismo materialista, ocultándose detrás de algunos elementos folklóricos regionales, o de algunos idiomas que antiguamente fueron matices de una misma grandeza, y hoy se utilizan para sembrar el odio a esa misma grandeza y destruirla.

Si alguien en estas circunstancias quiere afirmarse como comunidad, sólo puede hacerlo enfrentando lo que nos destruye y esclaviza. Será una verdadera comunidad, aquella que en vez de pensar en pequeñas ventajas económicas falaces, pida explicaciones al poder globalizador. Pero claro, eso no tiene el mismo precio que ir en su mismo sentido.

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar